Hace algunos años, ver a una mujer sola viajando junto a un grupo de turistas que en muchos casos van con pareja, hijos, y demás parientes, era algo extraño. O está viuda o busca marido o en el último de los casos, lo peor: el marido la engaña y le paga los viajes para que no lo moleste. Pero todo cambia y como es este caso, cambia para bien.
Este espectro está tomando fuerza en Estados Unidos, donde las mujeres se apuntan en ciertas agencias de viaje a tomar vacaciones en las que se aprende a tejer, van de compras, se internan en un spa (siendo parte de un nuevo tipo de turismo: el “slow travel”), también buscando algo de turismo aventura, crear sus propios perfumes en Italia, aprender cocina marroquí o thai, catar vinos y ecoturismo. En cuanto al turismo urbano definitivamente el galardón se lo lleva New York y su famosa Manhattan. Y entre los favoritos están los cruceros caribeños.

Según una de las fundadoras de la agencia de viajes Gutsy Women Travel, cada vez más mujeres de treinta, cuarenta y hasta cincuenta años, con estudios y carreras profesionales que les demandan buena parte de su tiempo, deciden escaparse con amigas a los nuevos destinos con oferta adecuada a lo requerido. Según esta empresaria, estaría hablando de un 60% de mujeres, pertenecientes a este segmento, que viajan sin acompañantes.
Allison O’Sullivan, directora de Women’s Travel Club, es casada pero motivada porque siempre quiso viajar a lugares que no le interesaban a su marido, se inspiró para crear su agencia, la que tiene en su lista de ofertas 60 destinos distintos con los que trabaja el tema. Según la agencia Abercrombie & Kent, los destinos mas solicitados son la India, China, Bordeaux en Francia y un país sudamericano: Argentina, que tiene cadenas hoteleras con planes especiales para mujeres (Fairmont Hotels & Resorts).
Quienes pensábamos que éramos privilegiados por tener cruceros de solteros en islas caribeñas y fiestas de toga en la orilla de alguna playa color turquesa y que sólo nuestro género era el beneficiado, estamos frente a una tendencia que pasa de ser sólo una moda pasajera. No hay duda, ya era tiempo que les toque a las mujeres. Mientras tanto seguiré planeando el viaje a Sudáfrica para ver el mundial con mi papá, pero sé que igual debemos estar listos, tanto él como yo, para cuando mi novia o mi madre nos digan que se van solas a bailar, entre palmeras y margaritas, durante el tiempo que dura nuestra fiebre futbolera.
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