miércoles, 5 de octubre de 2011

Latinoamérica de Calle 13

Ya había puesto algo al respecto así que no hay mucho qué decir porque el video habla por él... sólo disfruten este gran video. Calle 13 no deja de sorprenderme.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

¿Poco tino? ¿Mal momento? ¿Mala decisión o cucufatería?

¡Qué tal noticia la de la nueva "Ruta Ciro" para promocionar el Colca! La idea tiene un poco de todo.

Poco tino, porque sale en un mal momento, ya que obviamente hay susceptibilidades en juego. Una mala decisión, porque es un caso aún abierto. Y también un poco de cucufatería en quienes se desgarran las vestiduras aduciendo que se lucra con una desgracia ajena.

Como dijo Jack el Destripador, "vamos por partes". El Alcalde ya se ganó su buen poco de gente que lo odiará por su poco tino. El mal momento en que se hace esta propuesta es por todas las hipótesis del caso que se especulan, y por el estado de salud de la madre del joven desaparecido a quien obviamente no le caerá en gracia esto.

Hay de por sí una mala decisión del Alcalde de salir a proponer esta idea cuando aún el caso está abierto; y lo que es peor aún, utilizando el nombre Ciro en vez de buscar una estrategia más sutil, como lo hizo Colombia con sus desgracias. Nadie en Colombia dice “ven a hacer turismo porque ya no morirás como los del avión de Avianca”, ahora dicen “El riesgo, es que te quieras quedar”. Pero una vez más cabe preguntarnos, qué tipo de profesionales en gestión y marketing turístico trabajan en los municipios, en las DIRCETUR, o en los órganos de dirección y/o coordinación del mismo Viceministerio.

Sin embargo, al reverso de la moneda existe un punto importante de recalcar debido a las reacciones que ha generado en la población y los medios esto de "La Ruta Ciro". No dejamos de ser un país contradictorio. Nos espantamos por la Ruta Ciro, pero todos los que estamos metidos en el tema turístico o los que tenemos la posibilidad de viajar no nos espantamos cuando se dice “hay que ir a Cuba antes que muera Fidel”, ¿por qué?, porque así podrás ver la decadencia de los cubanos en todo su esplendor, porque así te vas a Gamarra por unos jeans de 20 soles y los cambias por sexo con mujeres que buscan darle a sus hijos una vida más digna a costa de su propia dignidad. “Si vas a Europa no te pierdas el tour por Chernobil”; “El tour tóxico en Los Ángeles es un punto imperdible, mira cómo la contaminación jode a la gente que vive cerca, ¡que horror!”; “Si vas a Vietnam no olvides ir a los túneles de Cu Chi, ahí puedes disparar un fusil por sólo seis dólares y revivir la Guerra de Vietnam y si te da tiempo pasas al Museo de la Guerra, eso si es bravazo, puedes ver los fetos deformados en frascos con formol”; “Ni se te ocurra ir a México! Pero si vas no olvides hacer algo de turismo negro y recorre los lugares donde hubo matanzas entre narcos y encontraron cabezas o cuerpos decapitados, incluso te enseñan fotos, y pregunta por la historia de El Pozolero”. Finalmente, todos morimos por el Sudeste Asiático o cualquier lugar del Asia, pero vamos y no hay un compromiso real con las personas, cosas, o lugares que visitamos. Seguro disfrutamos sus playas y nos tiramos a tomar el sol junto a aquel señor doctor, ingeniero, banquero europeo que esa misma noche en Sri Lanka tendrá sexo con un niño menor de 10 años al que sus padres lo entregan por unos cuántos dólares. Pero de 10 años a menos, porque si tiene 11 ya está siendo preparado para ser proxeneta.

Entonces, ¿Por qué espantarnos si a alguien se le ocurre promocionarse con la Ruta Ciro? Todos viajamos por el Perú, vamos a los lugares donde hay mayor pobreza, miramos, nos tomamos fotos con niños que son parte de la estadística de la creciente tasa de mortalidad que tienen algunas zonas del Perú profundo, y volvemos a nuestras vidas y nos olvidamos de eso. Lo contamos un fin de semana mientras tomamos unas cervezas y luego a seguir con la vida.

Por eso, por un lado hay que tener tino para tomar una buena decisión en el mejor momento, y por otro lado, no podemos espantarnos con ocurrencias de este tipo, porque no hay que olvidar que si el turismo o el sistema sigue produciendo todas las ofertas que menciono líneas arriba es porque se sigue produciendo una demanda que busca satisfacer ciertas necesidades muy específicas y nadie hace nada para encontrar una respuesta al por qué caemos en el amarillismo para promocionar turísticamente un destino. A mi se me ocurre que es como los pseudo periodistas de hoy, que sacan escándalos para cubrir su falta de capacidad de análisis. En el turismo parece suceder eso, tomamos lo que tenemos más a la mano para cubrir nuestra falta de profesionalismo y manejo del tema, la poca expertíz.

Y lamentablemente pasa el tiempo y siguen apareciendo más de estos casos, porque como dice mi querido Gabriel García Márquez, en este mundo la moral es sólo cuestión de tiempo. ¿Hacemos acaso algo para cambiar eso?

viernes, 15 de abril de 2011

Latinoamérica de Calle 13 en Viña del Mar... aquí estamos de pie.



Creo que no hay más palabras para decir al respecto. Esta canción de Calle 13 (junto con la canción Cinco Siglos Igual de León Gieco) lo encierran todo, lo dicen todo, lo valen todo.
Esta canción la tocaron en la última versión del Festival de Viña del Mar en Chile y definitivamente fue lo mejor de dicho festival. Grande Inti Illimani y Camila Moreno. Grandes recuerdos de ese maravilloso país.

Tienen razón al describir lo que somos. Aún recuerdo cuando aquel domingo 22 de Junio del 86 estaba en casa con mi familia y grite por los 2 goles de Maradona contra Inglaterra; la emoción de cuando leí por primera vez a Garcia Márquez y me sorprendí con un amor como el de Florentino Ariza; he sentido el sabor de la coca en la boca para aliviar la altura, he conocido gente en Chile que fué torturada y que quizás tuvo mucho que ver con lo que desencadenó en la Operación Cóndor; he tomado pulque en mi querido México, puro y con cerveza y naranja, una combinación explosiva creada por el abuelo mexicano de mi hija y también he tenido el azul clarito en cada respiro que dí en la sierra peruana.

Ya no diré nada más, solo disfrútenla.

jueves, 14 de abril de 2011

Juan Pablo Meneses y sus hoteles España


“Es el libro más personal que he hecho. Y me da más pudor porque tiene cosas más íntimas y revelo más secretos. Pero esa mezcla termina transformándolo en el libro que siempre quise escribir. Todos los libros anteriores formaron parte de este libro, que es sobre el día en que decidí dedicarme a lo que hago”, dice Juan Pablo Meneses con el tono de los que han sido capaces de hacer lo que soñaron.

Esta es la historia de un hombre que dejó su trabajo como economista y el horario de oficina para viajar por el mundo y escribir historias. Pero él, que buscaba la libertad, encontró una especie de prisión llamada Hotel España que lo obliga a emprender una nueva travesía y a ajustar cuentas consigo mismo.

Esta entrevista apareció en El Comercio hace un tiempo (a cargo de Gonzalo Galarza Cerf) y nunca es tarde para republicarla por esta vía. Gracias a Meneses, de quien conocí sus escritos cuando vivía en Chile y leía su columna Poste Restante de la Revista Domingo en Viaje de El Mercurio. Aquí los dejo con la entrevista.

El libro nace de esta especie de maldición de no poder dejar el hotel España y termina siendo una búsqueda del porqué de tu elección…
Sí. Llevo tres años viviendo en el hotel España de Buenos Aires y me doy cuenta de que ya no puedo salir. Y ese es el inicio de este viaje por Latinoamérica. Querer ver si le puedo torcer la mano a esa maldición. Además es un viaje del que se cumplen diez años desde que empecé con el periodismo portátil. Entonces durante todo el libro me estoy enfrentando conmigo mismo a esa pregunta: ¿Vale la pena dejar todo de lado por vivir de esa manera y con esa maldición?

Has dicho que vivir en un hotel es como vivir en la ficción y resuelves que no has querido vivir la realidad.
Estaba encerrado en contar historias reales y había transformado mi vida en una ficción. Eso que parece tan increíble es algo que le pasa a los que se dedican al periodismo. Están muy en contacto con la realidad de los otros todo el tiempo, pero no les gusta enfrentarse a la suya y terminan transformando su vida en una ficción. Es como el cruce de realidad con ficción. A mí me pasó con este libro.
Dejaste todo por esa vida idealizada del viajero.
Si bien el libro es un viaje por la América Latina del bicentenario, es también un ajuste de cuentas conmigo mismo, con esa apuesta que hice. Hace más de diez años yo dejé una vida por esto. Y ahora tengo que enfrentar qué es lo que pasó con esa vida. Llega un punto en el que tienes 40 años, tienes 3 libros que se venden en toda Latinoamérica, tienes lectores de países increíbles y una escuela que conecta gente de varios lugares. Pero también cuántas cosas quedaron de lado por eso.

Vivir en un hotel es no hacer compromisos. Pero en un momento empiezas a buscar un ancla.
Sí. Finalmente esto termina siendo como la maldición del inmigrante: puede vivir en otro país y tener una familia pero siempre va a aparecer un pequeño detalle que le va a hacer recordar que es inmigrante. Eso no se lo va a poder sacar nunca. Pasa igual en la vida de hotel: puedo tener una vida normal en un sitio, pero siempre habrá algo que me haga recordar mi vida de hotel. Siento que crucé esa línea de querer hacer lo que quiero: mandar todo lejos y viajar y escribir. Después que lo hiciste y te funcionó relativamente bien, más allá de los costos, vuelves y sabes qué hay al otro lado del abismo. Ese es un conflicto que estará siempre presente. Si una vez dejaste todo por apostar por lo que querías, después vas a querer apostar todo por otra cosa, y así.

Como una adicción.
Sí. Por eso explico en el libro que no puedo dejar el hotel. Porque termina siendo una adicción. Vivir allí solo para escribir historias y cada vez una mejor, y digo que cuando llegue a México voy a dejar mi vida de hotel. Ese es un poco el propósito del libro.

Hospedarse en los hoteles España sirve para hacer una revisión de América Latina. Son vestigios de la Conquista…
Tiene que ver con lo que me pasó. La primera vez que empecé a vivir en un hotel fue en España. Después terminé viviendo en un hotel España en Buenos Aires. En toda Latinoamérica hay calle, avenida, plaza y centro cultural España. Todos son oficiales. Y en todos los lugares había un hotel España que seguramente el dueño dijo con esta marca me va a ir bien. Después de 40 años a ninguno le fue bien. Todos son de una estrella para abajo. Eso demuestra que España como marca comercial en la Latinoamérica de hoy es sinónimo de fracaso y que pensar en España es pensar en algo viejo. Es como si no tuviera que ver con nosotros. Mucho más tiene que ver con nosotros estar en Los Ángeles.

Pero fuera de España como presencia directa, el panorama tampoco es nada alentador.
Latinoamérica es como un escenario por donde siempre pasa por detrás un bus lleno de gringos. Gringos que nosotros queremos estafar o que nos quieren tirar los dólares encima. Latinoamérica es un panorama turístico para el resto del mundo. Eso es también muy decadente en algún momento. Con el tema de viajes siento que todavía nos cuesta contarnos mucho. Todavía en el sur importa más la Patagonia que contó el escritor Bruce Chatwin que la que pudo haber contado un escritor patagónico. Yo también tomé parte de ese desafío y dije voy a contar Latinoamérica a partir de pertenecer a ese lugar.

Darle las voces de uno.
Y estar enfrentado a eso. John Lee Anderson, a quien admiro, acaba de sacar un libro de perfiles latinoamericanos. Y no puede ser que la historia oficial, no digo que esté mal, sea solo la de los gringos. No creo que la única historia que se escriba sobre Latinoamérica tiene que ser de los cronistas del “New Yorker”. También la puede hacer alguien que escribe para “Gatopardo”, “Etiqueta Negra”, “Soho”. Nosotros podemos contar nuestra historia y no leer cómo nos la cuentan. Yo empecé a viajar después de mucho tiempo. Al principio pensé que no podía hacerlo, que solo viajaba la gente que tenía mucha plata. En realidad no se necesita tanto. Se necesitan ganas, salir y jugársela. Ese espíritu de decir salgamos a viajar y a contar nuestra propia historia, que es la esencia del periodismo portátil.

Y encuentras una Latinoamérica de extremos, con un turismo desalmado.
Acá la sobreexplotación turística es terrible. Hay una parte del libro donde estamos en un viaje por República Dominicana y de pronto encontramos un cartel que dice: “Zona reservada”. Y estoy con unos italianos y unos gringos tomando ron y saltando fuerte en la lancha y no importa. ¿Pero por qué no importa? Porque estamos en Latinoamérica.

La ilegalidad está formalizada.
Está permitido todo. Esa visión, ese arquetipo del latinoamericano termina siendo un poco real. Por algo existen los clichés. Y eso tiene que ver con la violencia. No es gratuito: en Latinoamérica mueren 1.200 personas al día por violencia urbana.

La violencia está a mayor escala con el narcotráfico, pero también a menor en los hoteles España.
Sí, una de las cosas que más me gusta de la crónica es que cuando uno agarra un objeto de estudio, como los hoteles España, todos los temas terminan llegando a ese lugar. El hotel de España de Guatemala es una cárcel en la cual Estados Unidos, que tiene un tratado con ese país, cuando encuentra gente que está ingresando a su territorio ilegalmente por mar, lo arresta en el hotel España de Guatemala. Entonces tienes el tema de la migración en el hotel.

Al final la marca es el pasaporte.
Sí, el pasaporte es el gran libro de viajes que uno va escribiendo. Uno se sienta y mira el timbre de un lugar y recuerda en su cabeza lo que pasó. Los buenos libros son esos que terminan en nuestra cabeza. Justo hace tres semanas estaba en La Paz haciendo una historia sobre una cholita luchadora y me robaron el pasaporte. Y sentí como si me hubieran robado una parte mía. Porque tengo todos los pasaportes guardados, cinco llenos. Por suerte saqué mi pasaporte y la semana pasada estuve en el Carnaval de Río y allí ya me llegó mi nuevo timbre de Brasil y la historia vuelve a escribirse.

Escribir desde los recuerdos del papel.
Bolaños decía que parte de la creatividad de un autor es tener buena memoria. A mí me sirvió juntar mis recuerdos como un trabajo de collage y darme cuenta de que se podía armar algo. Y empiezo a buscar el germen de muchas cosas que justifican o explican eso, llegando al extremo final que yo publiqué un libro muy pequeño en un taller, que se llamaba “Hotel Paraíso”, en el cual había alguien que vivía en un hotel. Al final yo terminé transformando en realidad esta ficción.

miércoles, 13 de abril de 2011

Para el viaje de los 5 años que se vienen... tú eliges.

A fin de informar a los electores, y considerando que todos los ejes son importantes y no depende de este eje nuestra toma de una decisión responsable, lo que nos convoca en este blog es el turismo. Y aquí están las propuestas:
FUERZA 2011
1. Consolidar tres macro-circuitos turísticos. La operación planificada del turismo, se realiza mediante el recorrido de rutas o circuitos que superan los límites geopolíticos establecidos y son implementados en función de la evaluación de los atractivos, la infraestructura y los servicios. En el caso del Perú, está estructuración fue establecida, analizada y evaluada en el “Plan Maestro del Desarrollo Turístico Nacional”, elaborado con el objetivo de aliviar la pobreza y el desequilibrio regional, pero este plan aun no se ha implementado. Actualizaremos los planteamientos del Plan Maestro, adecuándolo a la nueva infraestructura que se está implementando, sobre todo en campo del transporte e impulsaremos el desarrollo de los siguientes grandes circuitos turísticos, que cubren todo el territorio nacional:

a. Circuito Turístico Nor-Amazónico: Incorporando al circuito norte el poderoso atractivo de la Amazonía.
b. Circuito Turístico del Centro: Incorporando los atractivos de los múltiples pisos ecológicos de la costa, sierra y selva.
c. Circuito Turístico del Sur: Consolidando la utilización actual de sus atractivos, mejorando la calidad y promoviendo su sostenibilidad.

2. Hacer del Perú un destino turístico seguro. Pondremos en ejecución un programa nacional integral de información y seguridad turística, que proteja al turista y lo respalde debidamente, no solo durante su estancia en el Perú sino también, en las gestiones y procedimientos que pudiera realizar luego de su retorno a su lugar de residencia. El turista es el personaje principal de la actividad turística, y como tal debemos proveerle de todas las facilidades y servicios que requiera durante su visita, en los mejores niveles de calidad, con el objetivo central de que, al terminar su recorrido turístico, perciba que sus expectativas previas al viaje fueron totalmente satisfechas durante su visita, percepción que servirá para mejorar la imagen turística del Perú. Consecuentemente, apoyaremos el Plan Nacional de Calidad Turística con énfasis en los recursos humanos, los prestadores de servicios turísticos y los destinos turísticos, promoviendo especialmente, la implantación de un sello de calidad turística nacional.

3. Consolidar y expandir nuestras ventajas competitivas turísticas. La gastronomía peruana se ha posicionado como un atractivo turístico de primer orden en el ámbito internacional, reforzando la imagen del Perú y generando adicionalmente empleo e ingresos, en base a un esfuerzo privado con el apoyo gubernamental. Siguiendo este ejemplo, mediante el trabajo conjunto público-privado, continuaremos apoyando sustancialmente su desarrollo, haciéndolo extensivo a otras actividades que integran el valioso patrimonio cultural del Perú, especialmente en el campo del folklore, en el que destacan la artesanía, música, danzas, fiestas típicas, ferias y mercados, expresiones de alto valor para el turismo nacional e internacional.

GANA PERÚ
(1) Concientizar y sensibilizar a la sociedad en su conjunto, sobre la importancia del turismo como instrumento de crecimiento económico, de generación de empleo, de mejora de la calidad de vida de la población y preservación de su patrimonio natural y cultural.

(2) Desarrollar el turismo sostenidamente, satisfaciendo las necesidades de los visitantes y las de la comunidad que los recibe, en tanto que se protege y enriquece los aspectos ecológicos del atractivo turístico para el futuro.

(3) Elevar el grado de sensibilización a la nación, respecto a cuestiones de sostenibilidad del turismo en el país.

(4) Ofertar los Parques Nacionales, como la base de la oferta turística, ya que son paraísos naturales para el Ecoturismo, Turismo de Aventura, Etnoturismo, investigación, etc. y son el tipo de turismo, donde el entorno natural o cultural juega un rol hegemónico.

(5) Otorgar facilidades para la inversión, en servicios turísticos con el objetivo de poner en valor los recursos turísticos como Kuélap, Gran Pajatén y otros.

(6) Promocionar el turismo interno, como meta inmediata, para generar el desarrollo de los eslabones de la cadena del turismo: alojamientos, calidad de guías, restaurantes y comedores, calidad de guías, transporte, comercialización de productos artesanales, etc.

(7) Otorgar facilidades a todos los Centros educativos del país de nivel secundario, para que las últimas promociones realicen viajes de promoción al interior del país, con la finalidad de acentuar el sentido nacionalista y el amor al Perú, lo que debe ser normado por la Ley y su Reglamento a cargo del Poder Ejecutivo.

(8) Impulsaremos el Circuito Turístico del Norte y otro circuito alternativo a definir con los operadores, identificando segmentos de interés asociables a la oferta turística potencial del país. También apoyaremos el diseño de productos adecuados a esa demanda como observación de aves, deportes náuticos, pesca de altura, arqueología especializada.

(9) Formularemos, además del Fondo especializado, un marco legal y tributario para atraer inversión nacional y extranjera al sector el mismo que debe incluir incentivos como los créditos tributarios condicionados a la generación de empleo y la conservación de los ecosistemas, cuando se trate de inversiones en complejos turísticos en zonas previamente seleccionadas por la autoridad del sector. Al sector privado, las comunidades, los profesionales y la sociedad civil vinculada al turismo se les propone un compromiso de participación activa en la protección de nuestro patrimonio cultural y natural y el beneficio de las poblaciones locales.

(10)Por último, para desarrollar este sector es indispensable mejorar la competitividad en lo que respecta al transporte internacional y nacional, aéreo y terrestre. Para ello deberá llevarse a cabo una política que mejore:
 La sostenibilidad ambiental
 La seguridad
 La preparación y capacitación de los operadores turísticos
 La formación y adecuación de cuadros en turismo

Todos debemos elegir a alguien... sin viciar los votos porque con eso no limpiaremos nuestras manos ni conciencias por si salen mal las cosas los siguientes años. Es fácil decir "yo no voté por el o ella". El Perú no necesita eso.

jueves, 22 de julio de 2010

Run Eduardo, run...

Un saco de dormir, algo de comida y una mochila repleta de ilusiones. Este es el equipaje de mano, el único que Eduardo Fernández, un periodista, deportista y viajero de Coria del Río - España, lleva mientras espera recorrer a pie 250 kilómetros del Desierto de Atacama.


Quién no recuerda a Forrest Gump, barbudo, corriendo por todo Estados Unidos después de que Jenny, la eterna novia, lo deja una vez más solo, con unas zapatillas Nike rojas que fueron su regalo de cumpleaños, sentado frente a la puerta de su casa. Tal vez no es la escena más simbólica de la película, pero hasta hoy no había conocido personalmente a alguien que corra sólo por correr.

Eduardo Fernández-Agüera es español. Es español y es periodista. Es español y periodista y también deportista. Es de una ciudad llamada Coria del Río y tiene un proyecto que está en la mitad de su desarrollo. El proyecto al que denomina 3D+A Challenge consiste en recorrer a pie 250 kms. del desierto del Sahara, Atacama, Gobi y la Antártida. El primer reto ya fue superado hace unos meses, el segundo lo acaba de cumplir.

Es viernes, un día antes de iniciar la travesía por el desierto más árido del mundo. Ha llegado hasta la oficina de la Dirección Regional de Turismo de Copiapó para la conferencia de prensa que está concertada para que responda a la pregunta que todos los periodistas citados le harán: ¿Por qué corres?



El Inicio

La energía vital que le caracteriza empezó a manifestarse en él a muy temprana edad. Recuerda que, siendo todavía un niño, pensaba que viviría para siempre. Es ingenuo, sí, pero era una sensación fascinante que le marcó y con los años fue derivando en ganas irrefrenables de hacer cosas. Le gustaba perderse con su primo Tato y jugar a hacer aventuras; cuando tuvo más edad comenzó a practicar deporte: skateboard, taekwondo, bicicleta.

Con el tiempo conoció nuevos horizontes geográficos; navegaban en su cabeza miles de preguntas sobre otras personas en otros lugares del planeta y emprendió entonces la más formidable de las experiencias: la aventura del saber. A partir de aquí Eduardo ya no sólo quería vivir, sino también conocer. Por eso cuando descubrió el maravilloso mundo de los viajes pensó que había encontrado su lugar, su camino; viajando podría conocer, aprender y vivirlo todo en primera persona. Alguien dijo que hay dos tipos de personas, las que leen las experiencias de los demás y las que viven las suyas propias.

Su pasión por el deporte lo llevó a ser piloto de motociclismo en el Campeonato de España de Velocidad, en la categoría de 125 c.c. Gran Premio y trabajó como técnico mecánico en el Campeonato del Mundo de Velocidad, integrado en el Team Hernández Licor 43. En 1995 fue seleccionado para las pruebas nacionales del Camel Trophy Mundo Maya 95. En 1996 fue finalista en Aventura Old Spice, en Busca de la Ciudad Perdida (Colombia). Posteriormente viajó por África y América y vivió en EEUU e Italia, donde estudió Periodismo.

Ya licenciado en periodismo en el 2001 decidió crear una empresa de comunicación a la que llamó “Un Solo Mundo”, dedicada al diseño gráfico, web y publicidad. Después de cerca de cuatro años los problemas económicos llevan a Eduardo a cerrar su negocio. “Cuando la cerré comencé a publicar reportajes de viajes en revistas especializadas como Viajes National Geographic, GEO, Autopista.es, Runner´s World, la revista de correr más leída del mundo, Solo Auto 4x4 y Vivir en el Campo. “Ahora compagino el diseño de páginas web y la publicidad con el periodismo de viajes. Siempre he practicado deporte, desde pequeño. Hace cuatro años decidí que había llegado la hora de probarme en circunstancias extremas. Y comencé a realizar travesías de este tipo”, comenta.

Hace un par de años, siendo ya periodista free lance, Eduardo Fernández-Agüera, Edu para los amigos, decide participar en tres de las competencias deportivo aventureras más duras que existen a nivel mundial. A esta aventura la llamo Proyecto SYR, derivado de las siglas de Sahara, Yukón y Reunión. Una prueba maratónica en lugares que pasan por lo tórrido, lo gélido y lo húmedo. Tras todo esto aparece el proyecto 3D+A Challenge, que lo tiene recorriendo los desiertos más imponentes del planeta, en el marco del cual ya visitó el Sahara y es el que nos convoca ahora.


Cada día, una aventura

Este año, el contacto logrado con el Servicio Nacional de Turismo de Atacama durante la FITUR, en Madrid, creó la instancia para que la Dirección Regional de este servicio acuerde el apoyo logístico que se le iba a entregar a Eduardo. Es así como se pretendió mostrar a través de la ruta, la sorprendente variedad paisajística que la región ofrece, sin salir del marco del desierto. Todo estaba hablado pero hacía falta ponerlo a prueba. Este es el relato de los días de su recorrido por el desierto más árido del globo.

Día1
Eduardo comienza el recorrido con un traslado en vehículo desde Copiapó a la costa de Atacama, en un tramo que va desde Puerto Viejo a Caldera, recorriendo caletas, humedales, como en la desembocadura del río Copiapó, paleoacantilados testigos del inicio de su hazaña, playas desiertas y salinas naturales, finalizando su tramo en las faldas de El Morro, en una ruta de aproximadamente 35 Km., asistido por Gino Bianchi (el corredor del Team Dakar Atacama), pasando esa noche en la localidad de Bahía Inglesa. Hemos quedado para cenar en casa. Él cuenta su primer día de recorrido mientras compartimos una copa de vino, sólo una, porque no podemos olvidar que al día siguiente tendrá un nuevo reto.

Día 2
Nuevamente un traslado o enlace inicia el nuevo día, esta vez hacia el Parque Nacional Pan de Azúcar. Allí los reciben los guardaparques de CONAF, quienes amablemente apoyaron a Eduardo en su desafío. La de hoy es una ruta dentro del parque, desde el mirador Las Lomitas hasta la caleta. Eduardo descendía progresivamente por quebradas, entre paredes de tierra y piedra hasta dar a uno de los valles transversales que cruza la zona: Aguas Chicas, donde, según la historia, el pirata inglés Francis Drake consiguió, con el permiso de los Changos (comunidad indígena), agua de un pozo para reponer los depósitos de su barco, fondeado en la cercana isla de Pan de Azúcar.

Un nuevo tramo de 35 Km., que tal vez para él tenía más importancia escénica que competitiva ya que le parecía hasta el momento la imagen más excitante del contraste atacameño, pero quienes conocen y han sufrido esta parte del Desierto de Atacama saben que en cualquier momento te deja ver su cara más dura.

Día 3
Oscar y Carlos de Atacama EcoDesierto Tour Operador son el apoyo que Eduardo necesitó para los nuevos días de recorrido. Junto a Eduardo se despiden de la costa de Atacama para llevarlo al punto de inicio de la tercera etapa. El enlace los interna en el desierto, es un tramo de 70 Km. aproximadamente desde la línea costera. La prueba del día es de 40 Km., donde recorrió desde la Quebrada de la Pinturas, primitiva residencia de culturas prehispánicas, hasta el sector de El Medanoso, la duna más alta de Chile con 1640 msnm, si, la misma que ha hecho sufrir durante los dos últimos años a los competidores más expertos del Rally Dakar.

A partir de este momento, Eduardo sólo tuvo por delante arena, piedra, viento, calor y una constante ascensión que le llevó desde los 370 msnm de esta tercera jornada a los 3700 de la sexta. Durante esta tercera etapa, Eduardo pasó por la mina Galleguillos, una de las innumerables diseminadas por este desierto rico en minerales. Junto a la explotación industrial del asentamiento existe otra completamente rudimentaria, donde el minero se introduce a través de una sucesión de pozas por donde baja con ayuda de escaleras de cuerda y palo. Algunos mineros incluso permanecen en el lugar meses seguidos. “Como en cada etapa -contaba Eduardo- el objetivo era partir de un punto de inicio y llegar al final completamente solo con la única ayuda de un mapa, brújula y un GPS, donde el equipo técnico había grabado previamente las coordenadas de inicio, final y puntos intermedios”.

El Medanoso sería el punto de pernoctación, en un campamento alumbrado por la luna que coronó esa noche y que con su resplandor hacía más imponente al médano.

Día 4
La etapa 4 comienza desde el costado norte de El Medanoso, a través del Qhapaq Ñan o Camino del Inca, recorriendo caminos mineros hasta la localidad de Inca de Oro. Es en esta etapa donde el desierto más árido del mundo le exige a Eduardo una cuota extra de esfuerzo a su desgastado organismo, que luego de casi 50 Km., logra completar satisfactoriamente, con algún brote de ampollas en los pies, y tiene tiempo incluso para conocer algo de la historia y costumbres de la localidad minera. Esto gracias a la cordial atención de la delegación municipal de Diego de Almagro quienes le permitieron alojar en una oficina.

“Interminables extensiones ascendentes y pedregosas dejaron mis pies maltrechos hasta el punto de que tardé dos horas y media en recorrer los once últimos kilómetros, antes de llegar a Inca de Oro”, cuenta Eduardo emocionado pero cansado, mientras prepara ahora, ya en mi casa, un gazpacho para refrescar, típico de su país. Esta localidad. Inca de Oro, que tuvo su apogeo gracias a la fiebre del oro desatada a finales del siglo XIX e inicios del XX, le hizo recordar Dawson City, escenario de la misma fiebre, de Klondike, en el territorio de Yukón en Canadá.

Día 5
Con las energías recargadas se da inicio a la penúltima jornada, 45 Km. desde la Quebrada de Paipote que incluían un traslado por antiguos caminos mineros, fértiles aguadas en medio del desierto más árido, ruinas de pueblos mineros y faenas de minería semi industrial, hasta llegar al sector conocido como La Puerta, sobre los 1700 msnm. Eduardo marchaba a paso ligero (quería conservar fuerzas para el último día), algunos aldeanos cuidaban el ganado, otros buscaban leña. A su paso Eduardo veía cabañas, la mayoría de ellas deshabitadas en ese momento.

Nueve horas después de salir de la zona conocida como La Puerta, el periodista, deportista y viajero, llegaba a Las Juntas. En este lugar viven parte del año (mientras las temperaturas se lo permiten) Fernando y Humberto, dos pastores que cuidan ovejas y cabras, con cuya leche preparan quesos que después venden. Haciendo gala de una generosidad ejemplar, los pastores, que permanecen meses en la montaña con lo mínimo, atendieron a Eduardo, que llegó agotado y con mucho frío.

Así transcurrieron 45 Km. a través de un camino donde la geomorfología de los cerros, sus colores y la vegetación que surge gracias a la pequeña cuota de agua, le dieron el marco perfecto de contraste y acompañaron a Eduardo en su travesía hacia la Cordillera en los Andes Atacameños.

Mucho de este desafío tiene que ver con la gente que hace de estos lugares, a los que Eduardo o cualquier mortal pueden considerar hostiles, su lugar de residencia. Por lo mismo el siempre explica que más que una prueba física es una prueba emocional, psicológica, que enriquece su mundo, tan cercano y a la vez tan lejano, con las personas y costumbres y miradas que quizás no volverá a ver pero que lo acompañarán por el resto de su vida.

Más tarde Gino Bianchi llega otra vez a su encuentro para lo que sería la próxima y última etapa.

Día 6
Este día fue la etapa final y más exigente para Eduardo, 35 km desde el refugio de la Laguna Santa Rosa, en el Parque Nacional Nevado Tres Cruces, a donde llegaron en un enlace hecho en vehículo 4x4. La idea era correr hasta alcanzar el salar más austral del mundo y atravesarlo por la mejor zona, teniendo como fondo y mudo compañero al nevado que da nombre a este parque nacional que año a año recibe turistas de larga distancia ávidos de experiencias. Flamencos y guanacos parecían emular al hombre que tenían corriendo por los suelos que gran parte del año sólo recorren ellos.

En un principio la superficie crujiente no presentaba problemas, pero poco después los bordes de los cráteres que se formaban obligaban a Eduardo a ir continuamente dando saltos. Pero lo peor llegó después, cuando tal vez el suelo atacameño quería manifestar a Eduardo que le debía tener respeto, la superficie se iba degenerando progresivamente hasta el punto de estar formada por piedras de sal afiladas como agujas que se clavaban en la planta de las zapatillas. En estos momentos, la idea de Eduardo se centraba en no parar, disminuir la marcha si era necesario pero no parar, ha dejado por semanas a su familia, se ha preparado cada día previo a su llegada a Chile y tenía en la espalda la esperanza de todos quienes confiaban en su logro. Y así, con constancia y la idea fija de aguantar y llegar al final, Eduardo alcanzó la otra punta del salar en cinco horas y media, siguiendo una ruta que sorteaban las zonas de agua.

Toda su fe y disciplina le permitieron cumplir satisfactoriamente su cometido y lograr 240 Km. en completa soledad desde los 0 a los 3.200 msnm por el Desierto de Atacama, teniendo así el 50% del proyecto cerrado. Ahora, estamos en casa haciendo un “cocimiento” y brindando, no sólo porque Eduardo triunfó sino también porque muy en el fondo todos quienes estuvimos cerca de él en estos días sabemos, que si bien fue él quien corría por la arena de Atacama, el desierto más árido del mundo es el que le ha dejado huellas que nunca borrará de su vida. Aunque nadie al final, ni periodistas ni amigos, tuvimos la necesidad de preguntar por qué corría.

Costa de Atacama: El Paisaje Sumergido

La Región de Atacama en los últimos años ha sido reconocida por tener las mejores playas de Chile, según las revistas especializadas. Pero ¿Qué sucede los nueve meses no estivales? ¿Qué hacer en esta parte del norte cuando no hay sol? Aquí algunos datos para conocer Atacama.

Hace ya algunos años vivo en la región que durante el último tiempo ha sido conocida y reconocida por la dureza de sus dunas para los competidores del Rally Dakar. Esto el último tiempo. Anterior a eso la Región de Atacama sólo pasaba de boca en boca de los veraneantes quienes se recomendaban las playas para las siguientes vacaciones. Enero y Febrero, Caldera, Bahía Inglesa y últimamente Playa La Virgen, son los puntos neurálgicos del turismo nacional que busca sol y playas para vacacionar junto a la familia y los amigos. La última semana del mes más corto del año se despide a los vacacionistas, de los más de 50 mil que visitan la zona en esta época, los rezagados que aún rondan por la plaza de la ciudad puerto, con las caras rojas y arena en los pies. Tal vez esa imagen seguiría siendo la típica vista si no hubiera conocido un poco más de esta costa que no deja de sorprender. Más sorprendido aún, cuando lo que estoy conociendo es de la mano de María Angélica y María del Pilar de la pequeña y nueva empresa de turismo Changuitas.com. Lo sorprendente es que la primera de ellas es del sur de Chile y la segunda originaria de Colombia.

Hace 1 millón de años la playa estaba incluso donde ahora está el aeropuerto Desierto de Atacama y el agua que cubría este amplio sector se evaporó y cayó como lluvia y nieve en los polos y los glaciales, convirtiéndose en la reserva de agua dulce para la humanidad y los que se han tomado un whisky con hielo milenario en los ventisqueros del sur de Chile han visto de cerca el agua que quizás se fue alguna vez desde aquí.
En esta zona también está el yacimiento paleontológico mas rico en fósiles de vertebrados e invertebrados marinos de Sudamérica. En el Parque Paleontológico se puede ver los fósiles tal como se han depositado entre las capas de sedimento a través de los siglos. El área que contiene los fósiles se llama Formación Bahía Inglesa y tiene yacimientos distribuidos a lo largo de 100 Km. de costa en la comuna de Caldera. Su estudio puede entregar mucha información de la vida pasada dentro del mar y se puede deducir cómo era afuera ya que ambos aspectos están muy ligados.

Vamos en jeep, con dirección sur, atravesando “badenes” (son puentes al revés cuyo objetivo es dejar pasar por encima el agua de las lluvias). Aunque en el desierto la lluvia es poca puede causar grandes daños, porque al bajar por las quebradas arrastra mucho sedimento y alcanza gran velocidad. A este suelo, a pesar de ser de arena, le cuesta absorber el agua por la gran cantidad de sales que endurecen la superficie. A la derecha, está El Cerro Ballena o simplemente El Morro. En la parte superior de El Morro hay dos playas fosilizadas que dan fe de los cambios producto de la actividad de la tierra. En su falda, vestigios de los Changos, casas, pinturas, cerámicas, nos acompañan mientras hacemos un pequeño recorrido a pie. Con una sonrisa me dicen que ese es otro circuito, que debemos dedicarle otro medio día o un día completo sólo para caminar El Morro y conocer los vestigios changos. El manejo en la información de la zona por parte de las guías me hace suponer por qué la elección del nombre de su pequeña empresa.
Desde el Morro hasta la ribera sur del río Copiapó se extiende el área marina y costera protegida “Isla Grande de Atacama”. El límite oeste es ½ milla marina (mas o menos 1 Km.) y por el este el límite llega hasta la nueva ruta costera (que va desde Caldera hasta Huasco). El Área Marina Costera y Protegida tiene una superficie de más de 4000 hectáreas y es la única de zonas áridas del país ya que las otras áreas en la misma condición están en la Región de Los Lagos y la Región de Magallanes). El núcleo del área es la Isla Grande de Atacama y se protege especialmente al pingüino de Humboldt y al yunco, un petrel zambullidor pariente de las golondrinas de mar. Esta ave cava en el guano de otras aves para hacer su refugio y por la extracción del guano (fertilizante) su hábitat está amenazado. Para observar la Isla Grande tendremos que hacer un alto en Bahía Cisne.
Seguimos camino, atravesando el cruce de la Aguada Chorrillos. Todo este sector está atravesado por una quebradura en las capas de la tierra, lo que se denomina una Falla Geológica. Esta quebradura hace posible que en el sector de la Aguada de Chorrillos brote agua, pero no se sabe si es un río subterráneo o un lago antiguo.
Las guías me cuentan, a modo de anécdota, algo que no tiene que ver con fallas ni temblores que ocasionaron este paisaje. Me indican que a la derecha del camino hay una “animita” puesta ahí porque en un accidente murió una persona calderina, a quien le decían “Pata de Lija”. Este hombre inspiró al dibujante Pepo para un personaje del famoso Condorito, ya que Pepo acostumbraba pasar largas temporadas en el puerto de Caldera y aquí la costumbre popular de esos tiempos era poner sobrenombres a la gente. Me cuentan que según el mito urbano Yayita también era una niña de la zona y Pepo estaba interesado en ella. Pero ella prefirió a un suboficial de Copiapó causando la eterna venganza que se expresaba en los muros de la tira cómica: “muera el roto Quezada”.

En este lugar se puede ver como se depositaron los sedimentos (cerros molidos y arrastrados hasta el fondo del mar) ordenados como las capas de una torta de mil hojas.
La quebrada que se observa ya existía debajo del agua y en el fondo se pueden ver rocas tipo granito que están ahí y en todas partes debajo de la comuna de Caldera. Esa gran roca es la que protege de los efectos de los terremotos porque la onda sísmica pierde fuerza al atravesarla. En Caldera con los temblores se siente el ruido pero el suelo se mueve poco. Si continuamos mirando el lado norte de la quebrada, es posible ver una quebradura en que las capas están desplazadas. Esto es parte de una falla geológica muy grande y se puede ver porque existe la quebrada. La quebradura y pliegues que se distinguen nos muestran la magnitud de las fuerzas de la naturaleza, capaces de mover tierra y rocas. Estos movimientos son muy lentos pero siguen sucediendo.

Desde la falla, y sorteando algunos caminos no bien demarcados, iniciamos la caminata, botella de agua en mano, para volver por los acantilados y la orilla del mar hasta el sector de la Aguada de Chorrillos, donde como por arte de magia nos esperará nuevamente el jeep de Changuitas.com.

Los senderos que generalmente son caminos usados por las personas que trabajan con algas nos sirven en este circuito. En el camino, las guías me cuentan que en algunas ocasiones los “algueros” traen sus cosas para acampar pero muchas de estas veces no las retiran cuando abandonan el lugar. Nos sorprende y se vuelve una imagen algo surreal una silla que quien sabe cuanto tiempo lleve en el lugar pero que está al pie del acantilado. Tal vez un alguero, en su tiempo de descanso, supo apreciar lo que veía.
También hay senderos que forman parte de la que en algún momento fue una ruta patrimonial. Se hace increíble estar caminando por lo que alguna vez fue suelo submarino, senderos que están entre imponentes muros y paleoacantilados que registran los depósitos de los últimos 20 millones de años. En los paleoacantilados el viento ha ido erosionado las capas y como algunas son mas duras se gastan distintamente, generando las formas que vemos ahora. Justo bajo una de estos, María Angélica y María del Pilar, las Changuitas, como les digo, me invitan a ser parte de un pequeño ejercicio, cerrar los ojos, permanecer en silencio y tratar de escuchar lo que me rodea.

Después de esto la caminata sigue su curso. Por donde alguna vez hubo agua ahora sólo hay arena, polvo que va depositándose en la superficie que bajo los pies se siente muy blanda, para lo cual me explican es por la continua acumulación de material debido a la erosión. Es una sensación extraña. Yardanes o especies de pirámides formadas por el agua que circuló en otros tiempos son como centinelas que vigilan el primer mirador, el Mirador de los Cormoranes. El sector de los acantilados que está cerca de este punto se llama Salto del Gato, porque dicen que los pescadores, al mirar desde el mar, se imaginaban que las capas que se ven como rayas las habría hecho un gato gigante al tratar de sujetarse en sus saltos.

Bordeando acantilados seguimos mientras admiramos el mar, en todo su esplendor. Son varios kilómetros hasta llegar al punto donde por un momento me pregunto qué cosa buena he hecho para merecer aquel paisaje. La parte superior del camino desde donde junto al mar puedo observar completamente la Aguada de Chorrillos. Es aquí donde entre tanta aridez podemos ver el verde que crece gracias a las pequeñas dosificaciones de agua que brotan de la tierra, entre las fallas y quiebres. Esta aguada es un lugar muy llamativo en el desierto costero porque salen pequeños chorros de agua entre las capas del acantilado generando un parche de vegetación poco habitual en la zona. Crecen plantas del desierto y otras introducidas como menta y llantén.

Durante todo el camino éramos sólo nosotros quienes recorrían el sendero. Aquí en la Aguada, aficionados a la pesca me cuentan que comúnmente recorren este sector para relajarse en el silencio y perderse en el único ruido que se percibe, el de las olas. Me cuentan que ese día no han pescado nada pero que se han divertido y relajado como nunca.

La parte final es de un kilómetro más para llegar a donde el jeep nos espera. Finalizando el recorrido me preguntan mis guías si me ha gustado la caminata. Deben repetirme la pregunta para que recién las escuche. Les pido disculpas y les explico que recién ahí, en el instante en que me insisten con su interrogante, he podido sacarme de los oídos y la mente todo el silencio que me invadió cuando hicimos el ejercicio bajo el paleoacantilado. Era un silencio tan fuerte, tan grande y tan necesario que por momentos creo que hasta dolía.

viernes, 2 de abril de 2010

Las fronteras que nos (en)cierran


Estoy en la Terminal de buses de Tacna, hace mucho calor y en mi MP3 suena el tema Sirena Varada de Héroes del Silencio. Ahora cantan… “El miedo a traspasar la frontera de los nombres… como un extraño” y me recuerda que en una hora más estaré cruzando la frontera con Chile. Espero a que el asistente de siempre, de cabellos parados, flaco y moreno, me entregue las maletas de la bodega del bus. Tarareo la canción a bajo volumen como rezando un futuro acontecimiento. Y es así, en una hora más estaré atravesando una frontera que ya es muy conocida para mi pero que nunca deja de sorprender.

Según la historia, y sintetizando años, el territorio donde hoy se ubica la ciudad de Tacna estaba poblado por varios asentamientos, entre ellos Lupacas, Chinchorros y Uros. Fue recién hacia 1800 que llega la colonización aymará. Después de la conquista del imperio inca, Tacna fue el paso por donde volvió, casi muerto, Diego de Almagro derrotado. Entró tan derrotado como los peruanos y bolivianos que veo en la aduana, que ahorraron todo el año para vacacionar y no los dejan cruzar la línea.

Luego el turno fue de Pedro de Valdivia, organizando campamentos. En 1572 se inician los primeros asentamientos hispánicos en la zona. Después de revoluciones que alcanzaron a tocar estas tierras, como la de Túpac Amaru II, llegaron los tiempos de la independencia. Pasada la ola independentista, se crea la Confederación Perú – Boliviana, donde Tacna es el centro y sede de un Congreso, que dura sólo dos años. En abril de 1879 Chile le declara la guerra a Perú y Bolivia, que hasta ese momento mantenían un Tratado de Alianza Defensiva. Y aquí está la madre del cordero, dicen algunos. Aquí empieza la historia de esta lucha constante y perdurable, también anacrónica hoy, entre los vecinos. Luego de la batalla del Alto de la Alianza (denominada así por la retirada emprendida por Bolivia), Perú y Chile quedan enfrascados en la Guerra del Pacífico. Una guerra que hasta ahora y a pesar de los años no se olvida, y menos cuando se trata de inmigrantes, temas marítimos y fútbol. Si Marx hubiese visto nuestros tiempos cambiaría su famosa frase sobre la religión por: “El fútbol es el opio del pueblo”.

Tacna y Arica formaron parte de Chile durante 50 años, hasta que –mediante un tratado-, Tacna es reincorporada a Perú. Arica quedó en límites del territorio chileno.
Santa Rosa es el control peruano. Está recién inaugurado e implementado con computadores y nuevos lectores ópticos que permiten leer de forma automática los pasaportes o documentos de identidad. Después de todo es el único paso fronterizo con Chile y son aproximadamente 7.500 personas las que cruzan por día. Para salir del país no piden mucho. Haces una fila y sellan tus documentos previo pedido que te quites los lentes oscuros si los llevas puestos. Todo normal para los peruanos que no deben multas por faltar a algún sufragio. No revisan maletas, no les importa que pases algún producto que afecte a la agricultura o salud del vecino país. Lo mismo sucede al frente cuando vas a salir rumbo a Perú. Aquí el control de quién entra y quién sale no es muy fuerte, y también se mira en menos al vecino, pero el dinero que entra por turismo hace que el orgullo quede sólo en las gargantas.

Estamos en el auto lancha, inmenso y negro como una carroza fúnebre y unos asientos que huelen a muerto, mezcla de tantos sudores, de tantas espaldas y traseros que se apoyan a diario. Somos cinco más el chofer. Un anuncio en español, inglés y aymará da la bienvenida a Chile. Después de media hora de recorrido viene la parte tediosa, la incertidumbre de si nos dejan pasar o no al país mejor posicionado, económicamente hablando, en el continente.

Una fila más grande, eso es cierto. La gente prefiere salir que entrar al Perú. Mucha gente alrededor con chalecos de la entidad que representan (servicios agrícolas, extranjería, migraciones, impuestos internos), perros labradores que detectan drogas, lindos como los de las propagandas de la TV; espejos para ver bajo los autos, risas entre trabajadores del control migratorio Chacalluta. Trabajadores que huelen a perfumes caros comprados en Tacna a menor precio que en su país. Calvin Klein, Polo, Hugo Boss. Olores fáciles de diferenciar entre tanto sudor. Ríen pero no con los de la fila. Sólo miradas frías, de desconfianza, mientras los perros de televisión nos olfatean las maletas. Es turno del siguiente auto, en el que viajamos los cinco desconocidos.

Desde que tengo la residencia chilena es más fuerte el interrogatorio. Pero aún no es mi turno; me toca esperar, aunque ya mis manos sudan. Las seco en los jeans y los ensucio más de lo que están. Va un compatriota adelante. Con voz enérgica dicen su nombre como llamándolo al paredón, y con voz dormida el tímido viajero da los buenos días al encargado frente al computador. No responde.

- ¿Motivo de viaje?- pregunta el agente, de camisa gris y bigote mal cortado.
- Voy a Iquique a comprar repuestos para tornos.- dice con la sumisión típica y heredada de las personas del Perú profundo.

Quien lo acompaña, chileno, entra a la conversación y le dicen que se calle, que no hablan con él. Y empieza la duda.

- ¿Profesión?
- Mecánico especialista en tornos.

Otra vez el chileno acompañante habla para corroborar la profesión de quien parece ser su empleado. Esta vez no hace falta que lo callen, una mirada basta y se hace a un lado.

- ¿Qué es un torno?- dice el agente de migraciones, con tono despectivo. Con esa altanería de los que creen saber todo en la vida.

Aquí titubea un poco el mecánico. Aunque a cualquiera le sucede cuando sabes que te están sometiendo a interrogatorio. Casi como rezando para sus adentros el mecánico de pómulos contundentes, ojos achinados, y uñas un tanto sucias, le dice lo que es un torno, apenas moviendo los labios bordeados de unos cuantos vellos que crecen como maleza, como hierba mala. No le creen. No hay pase. Regresa a Perú. Simplemente no tiene cara de ser mecánico, mucho menos especialista. Pero si de ser pobre en busca de trabajo. Al menos eso parece pensar el interrogador.

Me hace recordar a todos los peruanos que con todo esfuerzo juntan cien dólares para solicitar la visa a los Estados Unidos de Norteamérica, se presentan en la embajada con documentos que le acreditan trabajos millonarios, propiedades envidiables y reservas ficticias de hoteles boutique en Miami; y se les niega el paso sin explicación alguna.

A mi espalda, una joven europea, alta, castaña, de ojos grandes y claros, sonrientes, con sandalias que no esconden sus pies finos aún pero hinchados por el viaje y con un libro de Noam Chomsky bajo el brazo, echa maldiciones en un español bonaerense, porteño. Insulta a la madre del agente y se ríe de rabia. Insulta sin miedo a ser reprimida. Y nadie la reprime. Me pregunto por qué será que no le dicen nada. No lo puede creer. La miro y comenta que en Europa no es así. Sólo en su natal Suiza, atribuyéndolo a que su país no forma parte de la Comunidad Europea. Vuelve a echar insultos, esta vez diciendo que la automarginación de su país de dicha comunidad se debe a los bancos y a toda la riqueza mal habida que cobijan entre las montañas, incluso mancillando el recuerdo que tiene el mundo de Heidi y de su abuelo, que le dan a Suiza un aire de pureza, que por sus palabras me parece solo está en la televisión y el cine.

Le cedo el paso a la joven suiza. Todo sin problemas, sin preguntas, sin desconfianza. En menos de un minuto un sello en el pasaporte y un 90 mal escrito le dan la cantidad de días permitidos para que disfrute sus vacaciones.

Es mi turno y el agente sólo me pregunta dónde vivo. Sella el pasaporte, me mira fijamente a los ojos mientras me lo entrega y su rictus sigue tan frígido como con el mecánico que regresaba derrotado a Perú por el solo hecho de no parecer lo que decía ser.

Pero así son las cosas acá. Es una frontera entre dos países que arrastran disputas y rencores con historia de siglos atrás, una frontera donde predomina la discriminación, por el color de piel, por la situación económica y por ser el vecino mal mirado.

Con la espalda hecha trizas, mochila y maleta en mano, llega el momento de los rayos X. Paso todas mis pertenencias. Al retirarlas me piden abrirlas. ¡Y tanto que me había costado que todo entre sin problemas en esa mochila! La desbaratan. Adelante de todos han sacado hasta los calzoncillos sucios, las calcetas con hoyo y los regalos respectivos para quienes me esperan en Chile. Con un gesto de pocos amigos parecen decirme que ya puedo guardar todo. Casi todo está dentro de los bolsos y otra vez ahí vamos.

- Abra su maleta.
- Ya la revisaron- dije muy seguro.
- Digo que la abra. Salió un olor raro.- esta vez la voz era más enérgica.

¡Vaya descubrimiento!, mes y medio viajando y los olores impregnados en aquella maleta no eran precisamente a rosas. Otra vez me desbaratan todo y dicen que guarde mis cosas, que el olor no es de mi equipaje sino de otro que le pertenecía a una ciudadana boliviana que parece tener cinco faldas y tres suéteres y un niño envuelto en la espalda que entre tanta bolsa que carga casi lo pasa por error en la máquina de rayos X. Antes de irme me mira el inspector aduanero y dice:

- ¿A qué se dedica en Chile?
- Consultor turístico- respondo. – Hago proyectos de turismo.
- Explíqueme, ¿Qué significa eso?

No sé si son tan preparados para entender todos los trabajos, pero bastó mencionarle que esos proyectos son cofinanciados por el gobierno chileno para que me deje en paz.

Quizás toda la desconfianza disminuya con los nuevos sistemas que se implementarán en Chacalluta, que contará con un avanzado sistema de identificación biométrica dactilar y facial, que junto con la autentificación de los documentos permitirá verificar con mayor precisión las personas que entren o salgan de Chile. Mediante este sistema, la automatización de los procesos en el control migratorio, mediante tecnologías de información moderna y aplicada en países del primer mundo, se buscará erradicar posibles adulteraciones, falsificaciones, suplantaciones, en los documentos migratorios. Y no podemos tapar el sol con un dedo, por algo nos miran mal, somos expertos falsificadores, intrépidos personajes de la piratería y para colmo todo a buen precio, para todo bolsillo. Habrá que esperar entonces.

Guardo mis cosas otra vez y voy rumbo al auto para por fin seguir viaje hacia Arica.

El auto va más liviano. El chileno y su empleado peruano tuvieron que regresar de la frontera hacia Tacna. En el poco tramo que queda para llegar a Arica le tratamos de explicar a la joven suiza que así es Sudamérica, que así somos entre nosotros y que una parte de culpa también la tiene aquel morro que ya se asoma como vigilando la playa. Con una sonrisa solo atina a decir que no cree que después de más de un siglo se siga peleando por lo mismo.

Arica está frente a nuestros ojos. La ciudad ubicada entre las desembocaduras de los ríos Lluta y Azapa, donde por la calidad de sus suelos y la disponibilidad del agua en medio de tanta aridez, constituye un lugar propicio para los asentamientos humanos. Por tal motivo, a la llegada de los españoles, y gracias a estas condiciones, las etnias mostraban un nivel de desarrollo cultural elevado. Arica fue un puerto muy importante durante la colonia y durante el auge de las exportaciones salitreras y del guano. Pero el decline de esta ciudad puerto fue hacia 1868, cuando tras un terremoto, seguido de un tsunami, quedó destruida gran parte de la ciudad y de las instalaciones portuarias. El resto de su historia la comparte en esta constante diatriba con Tacna. Casi la misma historia. Actualmente, es balneario de algunas familias peruanas y bolivianas que logran un permiso de paso solo hasta dicha ciudad.

La desconfianza se apodera día a día de nuestros pueblos. Ya antes, siendo menor de edad, me habían quitado los zapatos para pincharlos con agujas y ver si no llevaba drogas. Para entrar a Ecuador se cruza un puente custodiado por cuadras de mercados, ferias, ambulantes y rostros que si inspiran miedo. Al llegar al control buscan la forma de conseguir al menos un beneficio monetario. Cosa que consiguen de quienes por primera vez cruzan y ven temerosos. Lo vi hace un tiempo con dos argentinas a quienes les pidieron dinero y le dieron el cambio del soborno con monedas falsas. ¡El colmo!

De Estados Unidos ni hablar, sobre todo después del 11-09. No sólo niegan visas como fue en mi caso sino también te la dan y al llegar al país del norte te regresan en el siguiente avión, como fue el caso de una tía. En México, la primera vez en Cancún, bastó estar junto a una joven colombiana que venía en el mismo avión y con quien crucé un par de palabras para que me interroguen al mismo tiempo que a ella, revisando las billeteras, las agendas con números telefónicos y el equipaje de mano. De esto hace 8 años. Ahora, saliendo o entrando a la manga del avión y tras ser revisado ya por policías y aduaneros, al ojo, un oficial de la Policía Judicial te detiene, te toca incluso las partes íntimas que los anteriores controles no revisan, te pregunta por qué motivo estas en su país y a qué te dedicas. Luego, ya bien manoseado, te sonríe como satisfecho y dice: ¡Buen viaje! Sólo le falta un cigarro en los labios para completar su escena.

Toda la tecnología que se aplicará en los controles en un corto tiempo esperemos que sea útil, pero por el momento no queda más que sufrir esa hora de viaje entre documentos, mochilas y policías desconfiados, hacer la fila, poner la mejor cara y esperar no correr la misma suerte que el especialista en tornos que no supo decir claramente lo que era un torno. Por último queda el consuelo que a Almagro y a Valdivia les fue mucho peor cuando pasaron por ahí rumbo a su conquista. Y eso que no había biometría

El Arte de Viajar


Louis Vuitton, conocido por sus maletas exclusivas y sus guías de viaje, nos regala un minuto y 30 segundos de libertad en un vídeo. Nos hace pensar, nos hace “soñar” con el viaje que siempre “soñamos”… ¿Hacemos planes para viajar o es el viaje quien cambia nuestros planes?, nos plantea en cierta forma este vídeo. Es una condición propia de la humanidad el ir y venir, de un lugar a otro. Como ser humano tenemos un compromiso: conocer nuestra cultura…y las otras también. Pero sobre todo conocernos a nosotros mismos. Saber cual es nuestro lugar en la tierra, a qué venimos al mundo o qué cosa queremos hacer en él. Y es generalmente durante un viaje cuando lo logramos. Siglos atrás y antes de todo este tema de los viajes organizados en agencias o por internet, en Europa, los jóvenes aristócratas junto a un tutor partían en su Gran Tour. Un viaje por todo el continente con el fin de conocer la civilización occidental. Partían desde Londres y recorrían ciudades como París, Venecia, Roma. El regreso a casa era esperado por familiares y amigos, quienes además de los regalos y recuerdos, esperaban que los conocimientos adquiridos por el viajero sean deslumbrantes. Estos conocimientos van por el mismo lado de los que hoy buscamos los viajeros: historia, gastronomía, geografía, arte, religión, costumbres. El Gran Tour, era entonces una costumbre, un rito de iniciación para enfrentar el mundo adulto. En nuestros días muchos siguen esa costumbre, ahora sin tutores. Sólo una mochila y una guía de viajes nos lleva a lugares donde la cultura abunda y es conociendo esas culturas que empezamos a conocer nuestro propio ser, de qué estamos hechos y hacia dónde queremos ir. Por eso he subido este vídeo para que quien pueda lo vea. Para que sueñe y piense. Piense que el camino se abre a todos, que no distingue en clases ni razas, porque para darle un rumbo a tu vida sólo basta tomar una maleta y decidirse a vivir. Y todos sabemos que nunca es tarde para vivir un sueño. www.louisvuitton.com

sábado, 13 de febrero de 2010

¡Tranquilos!!!...desde aquí los miro



Tal vez por peliculas mexicanas o algún comercial de turismo, alguien ha visto a 4 hombres que parecen volar, tan sólo atados de un pie. Ellos son los Voladores de Papantla (Veracruz).

Si presencias la ceremonia verá que el Caporal se eleva en las alturas para hacer frente a las cuatro direcciones cardinales, se inclinará y abrirá sus brazos, mantendrá el balance sobre un pie, y realizará una danza enérgica, al mismo tiempo que toca la flauta y el tambor. Aunque lo veas una y otra vez y las vueltas sean las mismas, nunca será igual. El tambor y la flauta suenan con especial melancolia y quedan en la cabeza por un tiempo haciendo eco.

La historia del vuelo ceremonial de los Voladores está cubierta por la niebla de la antigüedad. La información sobre el ritual original fue perdida parcialmente cuando los conquistadores españoles destruyeron muchos de los documentos y de los códices de las culturas indígenas. Afortunadamente, bastante ha sobrevivido gracias a la historia oral y a los materiales escritos por los primeros visitantes a la Nueva España. Gracias a ello los antropólogos y los historiadores han podido documentar por lo menos parte de la historia de esta práctica religiosa antigua y cómo se ha desarrollado con el tiempo.

Un mito Totonaca (pueblo mesoamericano que habitaba la zona de Veracruz) dice de una época en que había una gran sequía y el alimento y el agua escaseó en la tierra. Cinco hombres jóvenes decidieron que debían enviar un mensaje a Xipe Totec, su dios de la fertilidad, de modo que las lluvias volvieran y fertilizaran el suelo. Así sus cosechas prosperarían otra vez. Entraron en el bosque y buscaron el árbol más alto y más recto.

Cuando encontraron el árbol perfecto, permanecieron con él durante la noche, ayunando y rogando para que el árbol les ayudara en su propósito. Bendijeron el árbol. No contentos con eso, lo cortaron y lo llevaron al día siguiente a su aldea evitando que tocara la tierra hasta el punto de la localización perfecta para su ritual.



Cavaron un agujero para fijarlo verticalmente y después bendijeron el sitio con ofrendas rituales. Los hombres adornaron sus cuerpos con plumas de modo que aparecieran como pájaros a Xipe Totec, en la esperanza de atraer la atención del dios a su importante petición. Con cuerdas envueltas alrededor de sus cinturas, se aseguraron al poste e hicieron su súplica al volar con el sonido enervante que emanaba de la flauta y del tambor.

Mientras miraba desde abajo, pensaba que en tiempos prehispánicos el ritual de los Voladores fue realizado en gran parte de México, llegando al sur, incluso hasta lo que hoy es Nicaragua. Hombres como los que veo ahora colgados lo hacían cada 52 años- lo que indica que la ceremonia va en estrecha relación con el calendario indígena, cuyo ciclo era de cincuenta y dos años, número que resulta de multiplicar las trece vueltas que se deben efectuar durante el descenso por los cuatro voladores que lo llevan a cabo- trasmitiéndose la tradición de padres a hijos.

Durante la conquista, la iglesia luchó fuertemente contra todo lo que consideraba prácticas paganas y la adoración y los rituales indígenas fueron silenciados o celebrados en secreto (la bien llamada adaptación en resistencia). Más adelante, se combinaron las creencias nativas con el dogma religioso católico, creando un sincretismo cultural y de fe.

La ceremonia comienza muchas veces desde la elección del árbol que se va a utilizar para fabricar el poste que servira de centro. Dicho árbol es llevado en procesión hasta la aldea. Luego se cava un hoyo en la plaza y ahi se coloca, asegurándolo. Para darle un valor más ceremonial, algunas veces se pone antes en el hoyo un poco de maíz, un chorro de aguardiente y un guajolote (pavo) vivo, que será aplastado por el poste y cuya sangre se espera que fortifique a los ejecutantes.

Todo está calculado, las vueltas y el tiempo y el sonido del tambor y el sonido de la flauta. Y también está calculado que al final de la muestra todos los que estamos abajo aplaudiremos, mientras aún tratamos de cerrar la boca del asombro.

sábado, 6 de febrero de 2010

Una Canción para el Camino

‘Las pencas nuevas que al maguey le brotan vienen marcadas con nuestros nombres’. Así de sencillo expresa su amor Teodoro Garduño, con una canción típica en su país, con todo el sentimiento del mundo. Él, con cuarenta y siete años, cuatro hijos y un perro sin raza definida esperando en casa, empuña la guitarra bien fuerte para tocar y cantar en cada bus que va desde la Terminal Central de la Ciudad de México hasta la salida rumbo a Toluca. Así paga su pasaje. Tiene un repertorio de cuatro temas y el único integrante de su grupo musical es el tío. Cada que abre la boca para cantar deja ver un diente de oropel. Se mueve en cada curva evitando caerse y el sombrero color marfil con un alacrán impreso parece estar a punto de volar.



No se ha presentado ante su público sino hasta el segundo tema. Todos lo miran y nadie dice nada, ni a él ni entre sí. Las mangas de su camisa con un color rojo chillón y algún dibujo estampado que no recuerdo se dejan ver bajo su chaleco de cuero. No caben dudas que es un mexicano de tomo y lomo. Tito Garduño, el tío, tiene menos años de los que aparenta, las manos sucias de tantas monedas que recolecta tras cada función ambulante y una mochila blanca y roja en la misma condición que sus manos. Se apoya en mi asiento y aprovecho para preguntarle por sus nombres. Así también me enteré de su parentesco y de la pequeña empresa que les rinde frutos hace cuatro años. Él ya no se preocupa tanto por sus hijos, son grandes y han cruzado de ‘mojados’ para Estados Unidos. No se acuerdan de él económicamente pero prometieron mandarle una camisa con la imagen de Osama Bin Laden. El se ríe cuidadosamente para no dejar ver su falta de dientes que recién ocultaba con la armónica. Es feliz, me dice. Y le creo. No tiene esposa, es viudo, pero tiene una nueva pareja que dice lo está esperando con ‘pozole’ hoy sábado. - No me aburren, al contrario, cada vez me salen mejor.- dice Teodoro mirando la punta de sus botas cuando le pregunto por su repertorio. Se ha sentado a mi lado. – A la gente le gusta estas canciones porque son del pueblo, se identifican. Somos muchos los que cantamos por las calles y al menos no me puedo quejar, aunque las tortillas suben a diario.- En un momento de confesión personal me cuenta que con aquella canción del maguey le declaró amor a su esposa y le dio el primer beso, muchos años atrás. Se les ve que aman, se les ve que han sufrido y se les ve como les cuesta subsistir, siempre con buen ánimo y una gran sonrisa, a esta gran ciudad de pirámides y vestigios prehispánicos. Se bajan en la entrada a Toluca, casi frente a la estatua de Emiliano Zapata con una placa que reza: “Zapata tiene aún puestas las botas de montar y el caballo ensillado” y se despiden meneando las manos en alto desde la acera. A medida que me alejo miro sobre sus cabezas y un escrito me recuerda que “Toluca es la provincia y la provincia es la patria”. Pienso que puede ser sólo una de las miles de historias de cantantes callejeros que suben a las miles de micros en las grandes urbes. Pienso que son sólo una de las miles de familias que se unen en torno a la música para conseguir el alimento para los suyos. Pienso en mí y pienso en lo agradable que se hace esa voz ronca que canta para soportar el tránsito de una de las ciudades más pobladas del mundo. Y pienso en todos los que van arriba de este bus, que sin duda han de tener en algún lugar de México, una penca de maguey que viene marcada con sus nombres.

La mirada del Tubab

Hace un tiempo vi en "La Cultura Entretenida" una entrevista a Beltrán Mena. Después de eso, decidí buscar alguna información sobre su libro "Tubab" y encontré otra entrevista realizada por la revista Paula, la cual me pareció interesante de compartir. Conozcamos un poco más a Beltrán Mena.

Once años le tomó a Beltrán Mena terminar su libro, una novela en la que recoge unos viajes que hizo por África a fines de los ochenta. Un periplo anterior a internet, de un sujeto permeable y no glorioso que avanza a través de un territorio inseguro por donde transitan escasísimos blancos.


Médico de profesión, a Beltrán Mena (49 años, casado, dos hijos) cuando estudiante le gustaban la Posta, por dramática, y la psiquiatría, por intelectual y frondosa. A la rutina del hospital y la consulta le hizo el quite y trabaja en la Universidad Católica donde se dedica, entre otras cosas, a enseñar a hacer clases a los médicos que deben hacerlo. También desarrolló un examen teórico que acaba de hacerse obligatorio por ley y que persigue medir la calidad de los egresados de todas las escuelas de medicina del país. Pero lo que más ha hecho Mena es ser lector. Esto, desde que a los tres años aprendió a leer luego de que un vecino un poco mayor que él, Pedro, le mostró un libro lleno de ilustraciones titulado Historia de la Humanidad. No podía creer el niño Beltrán que el hombre se hubiera parecido a los monos y que su amigo Pedro le contara todo lo que le estaba contando con sólo mirar unas líneas negras hechas de pequeños signos. Así empezó para Mena la deriva que más tarde lo llevó a la legendaria Tombuctú.

¿Cuánto de cine y literatura hay detrás de tu fantasía africana?

- Mucho, como en toda novela, pero no sólo cosas serias como Conrad, Bowles o historia colonial; el Mampato, la televisión y las películas de Tarzán también deben haber influido. Yo creo que todos esos tambores deben haber quedado retumbando en algún lugar de mi cabeza.
¿Fuiste a Tombuctú con la intención de escribir un libro?
- Bueno, al final está el libro, pero no es que haya dicho “voy a viajar para que me pasen cosas y poder escribir un libro”, “voy a pasarlo mal para escribir una novela sufrida”. No.

Tu recorrido es lo contrario de un tour porque hay altas cuotas de incertidumbre. ¿Es necesario el riesgo para que haya viaje?
- Uno hace todos los esfuerzos por capear las dificultades y las que enfrenté fueron las que quedaron después de haber intentado eliminarlas todas. Trataba de conseguir siempre el mejor camión y el camino más seguro. Pero si eliminas todo riesgo no hay viaje. No digo que debas correr el riesgo de tu vida, basta con llegar a una ciudad sin haber reservado un hotel, el riesgo de perder un tren o de contagiarte una diarrea, pero tiene que haber cierta fragilidad para que haya viaje.

Andabas solo y con mochila.
- Solo, y no con mochila, me cargan; usaba un bolso.

¿Te irritan los mochileros?
- No, no me irritan, simplemente me aburren. Tienen muy presente el lado práctico, el conseguir dos por uno, juntarse entre ellos y averiguar cómo sigue el recorrido, qué cosas visitar, cómo llegar.

¿Cómo recuperaste la memoria emocional después de diez años o más?
- Me pasó una cosa rara: cuando empecé la novela dejé de viajar, se me quitaron las ganas. Iba por supuesto a viajes de trabajo, como congresos o cursos, pero no hice viajes grandes. Entonces, más que recuperar la emoción, lo que hice fue protegerla. Lo difícil fue producir los silencios para escribir.

¿Qué solución encontraste?
- Al comienzo me arrancaba unos días al mes a una cabaña en el Cajón del Maipo, después arrendé un boliche en un caracol medio rasca, pero lo que me sirvió fue ir apretando el tiempo de todos los días. Tampoco sabía escribir, pero he ido aprendiendo. Ahora ya no necesito entrar en un cierto estado mental. Tomo el cuaderno y escribo al tiro.

¿Escribes a mano, en cuadernos?
- A mano, sí, por buenas razones. Soy muy maniático y con el computador la posibilidad de corregir es infinita. El lápiz me obliga a seguir escribiendo y dejar las correcciones para después.

Sin embargo, la obsesión te ayudó a viajar.
- Sí, claro, porque cuando dices a tus amigos que vas a ir a Tombuctú, no puedes recular. Y es fácil conseguir excusas para recular, aunque soy malo para eso, soy malo para el fracaso, soy malo para reconocer que algo no me resultó, soy malo para aceptar las fallas.

Ahí entramos en el tema del carácter que desarrollas en tu novela, donde postulas que el carácter de un hombre es su destino.
- Ésa es una frase de Heráclito que me parece muy potente. El carácter es tu biografía porque está detrás de todos los pasos que das. Creo que nos iría mucho mejor si confiáramos en nuestro carácter y no lo forzáramos tanto. Siempre te están diciendo “por qué eres tan exagerado”, “no seas tan melancólico”. Bueno, es que soy “tan” y soy así nomás.

En cualquier caso, no pareces melancólico.
- Es que me energizo al hablar, me pongo medio eufórico y eso engaña, pero la verdad es que soy más bien melancólico. No nostálgico, y hagamos la distinción porque es interesante. El nostálgico echa de menos el pasado y sufre por eso; en cambio, el melancólico es un tipo que simplemente ve el presente como pasado.

¿Perdón?
- Claro, yo estoy aquí contigo, pero esta conversación que estamos teniendo la veo como yo viejo acordándome de esta misma conversación. No le creo mucho al presente, no lo siento sólido. Lo siento fluir y escapar.
Volviendo a África, es misteriosa la palabra Tombuctú.

- La palabra es bonita, pero es la palabra y su historia; es el sonido y el oro que prometía, es el sonido y la cantidad de gente que murió tratando de llegar, no es la pura palabra. Si se hubiera llamado San Javier o San Pelayo, la ciudad no se hubiera vuelto un mito.

En el tiempo en que anduviste por allá todo era más difícil porque no había mail ni internet?
- No había, no podías averiguarlo todo, como ahora. Siento que alcancé a vivir el último estertor de esos viajes en que realmente no tenías posibilidad de contacto. Ahora es imposible desconectarse. Vi un aviso de celulares en que salían unos estudiantes de vacaciones en el puente del Indio, en Coihaique, llamando por celular a la casa. La frase publicitaria decía algo así como “No pierdas contacto con tus seres queridos”, cuando el viaje consiste precisamente en perder contacto con los seres queridos.

Pero usas celular.
- No, me carga el celular, casi tanto como las mochilas. El celular nos tiene a todos detenidos, esperando la gran llamada perdida.

¿No tiene que ver eso con la velocidad a que se anda?
- La velocidad está bien, lo grave es que nos quita la pausa. El viaje que cuento en mi libro son puras detenciones; había que esperar uno o dos días a que llegara un camión que se quedaba en pana cada cinco kilómetros. Todo se demoraba y era insoportable, pero esas detenciones, que no sabes cuánto van a durar, te obligan a mirarte a ti mismo. Después de un par de horas ya no lo encuentras tan terrible, te empiezas a entretener y dejas de angustiarte.

¿Por qué optaste por el punto de vista del tubab, que es la palabra que usan allá para llamar a los extranjeros?
- Simplemente me fui encariñando con esa palabra que retumba y de repente me di cuenta de que era la gran metáfora del libro, de que somos extranjeros siempre. Somos tubabs en nuestra propia casa, somos tubabs en la plaza Ñuñoa y somos tubabs para los demás.

En el texto incluiste flash backs en que evocas a tus amigos, a las personas que influyeron en ti y a la chica de la que estás enamorado.
- Es que el viajero viene de alguna parte, tiene una biografía y eso para mí es fundamental. Tubab es un libro de viajes, pero también es una novela y el viajero adolescente es casi siempre un viajero enamorado.

¿Cómo trenzaste la realidad, la ficción y el libro de viajes autobiográfico con la novela?
- El problema de un escritor suele ser darle verosimilitud a su libro, que no parezca novela; el mío fue al revés: cómo volver novela una crónica real. Afortunadamente, la realidad deja un gran espacio para la ficción. Desde operaciones odontológicas, como ponerle un diente de oro a un personaje al que le faltaba un diente, hasta entrarle directamente con tijera a la realidad, como un montajista, cambiando la manera en que ocurrieron las cosas. Se puede cambiar la realidad, con la condición de que el resultado sea más realidad.

Despotricas harto contra los locales.
- ¿Por qué vas a decir que todos los negros son geniales y simpáticos? Sería como decir que todos los blancos son buenos y honrados. Si me toca un negro antipático lo digo y si al día siguiente conozco uno admirable también lo digo. No vas a andar protegiendo a la gente por el color de su piel, porque sería tan insultante como despreciarla por lo mismo.

¿Las dificultades del viaje sirven para conocerse a uno mismo?
- Bueno, en el desierto están la incomodidad, el calor, el miedo a que te roben o a perderte. El desierto es un espejo que puede ayudar a conocerte a ti mismo. Pero también puedes hacerlo en un calabozo o en un centro comercial, hay mil maneras de conocerse a sí mismo, y el viaje es, sin duda, una de ellas.
Ahora ya no hay desconocido absoluto como lo hubo para los españoles que llegaron a América.
- Pero queda más de lo que se cree. Es cierto que ya no hay ciudades perdidas, nadie espera encontrar El Dorado y ese brillo se perdió. Pero ahí tienes a los piratas somalíes, hay piratas en cada lugar donde haya muchos barcos, poca ley y mucha pobreza. Si te atreves a desembarcar en la costa de Somalía, vas a encontrar bares de piratas. El escenario está intacto.

¿No habría algo más cerquita?
- En todas partes. Uno va por la Panamericana y a cada rato hay letreros que dicen A Villa Alegre o a Peor es Nada. Uno no toma esos caminos, porque está apurado por llegar a Pucón. Pero te alejas dos kilómetros de la carretera y encuentras pueblos sorprendentes, no es que en ellos el tiempo se haya detenido, pero van más lento y son tan exóticos como Tombuctú.

Extraído de la Revista Paula

viernes, 30 de octubre de 2009

Taxi Drivers en Lima City

No recuerdo sus nombres porque son muchos, pero si recuerdo sus historias. En el asiento trasero de los taxis puedes enterarte de cualquier cosa. En esta oportunidad hablo por los de Lima. El cambio de moneda me favorece y aprovecho para recorrer mi ciudad, en la que sólo estoy de visita, en taxi. De paso me evito ese tránsito soporífero que sumado al calor húmedo del verano limeño escaldan hasta más no poder.
- Si no fuese por la APEC, no nos arreglan las calles.- dice el primer taxista, el de la mañana, que me hace el servicio de transporte hacía Miraflores.

Es un hombre de edad, viejo. Manos de trabajador, cara de ser honrado y un gorro típico de abuelo jubilado en la fila de pago. Solo lamentos, quejas y maldiciones. Suspiros largos mientras el tráfico no deja avanzar ni a ciclistas. No trato de averiguar ni como se llama porque sus ojos achinados por el sol me dicen que me calle.

- Ja, ja. Ese desgraciado le pagaba del gobierno hasta a su amante.- dice el segundo.

Flaco, moreno y con dejo provinciano. Treinta y cinco años mínimo. Camisa corta y un pañuelo en el cuello. El brazo cubierto por una manga de sweter que lo protege del sol. Se ríe mucho y me mira por el retrovisor. Hace referencia a un político que recién fue descubierto pagándole sueldo a su amante como si fuera trabajadora de su municipio. Ríe de rabia, de risa, de burla y de desesperación por un país donde se pela mal el chancho. Como en muchos otros. Habla sin que le pregunte. Quiere hablar. Está aburrido, pienso. Lleva recién 4 horas de 15 que trabaja. Un poco de optimismo no viene mal. En el cambio de luz va mirando su periódico amarillista, que sujeta con sus manos grandes de uñas sucias y según lo que va leyendo me comenta las cosas. Yo río y escucho.


- Estamos jodidos, no vamos al mundial nica….- dice el taxista número 3.

Rostro de preocupación por su familia y el fútbol. Nada más le importa. Sólo quiere que sus hijos estudien, que su esposa le cocine y lo espere en casa acostada y que Perú clasifique después de veintitantos años al mundial. Habla de los jugadores que habían sido sorprendidos con mujeres durante la concentración en un lujoso hotel de la ciudad después de un partido con Brasil y días antes de jugar (y ser goleado) con Ecuador. No lo entiendo, no sé nada de lo que me habla, pero no le importa. Cambia fácilmente de tema. Cuando menos pienso ya está hablando otra vez de lo caro que sale estudiar, de que al menos tenemos suerte de tener libros piratas, sino qué sería de su hija mayor, que estudia periodismo. Optimista al menos.

- ¡Esta chola está buena!- Infaltable comentario.

Menos de 25 años el cuarto chofer. Sólo se preocupa de hacer unas monedas para tener qué tomar el fin de semana, fumar algo y si tiene suerte, flirtearse una muchacha que se parezca en algo a la mujer regordeta y con poca ropa que adorna la primera plana de su diario. Todos tienen los llamados “diarios chicha” en sus respectivos taxis. Ríe, todavía no tiene responsabilidades, no sabe lo que pasará cuando se case y tenga hijos. Sólo quiere divertirse, esa es su movida. Lo dice orgulloso y por momentos lo envidio. Una ex novia que emigró a España dice que se lo llevará, pondrán algún negocio y se casaran allá. Sus hijos tendrán doble nacionalidad y no tendrán problemas ni aquí ni allá. Lleva 3 años esperando esa ayuda, ese llamado que le diga: Ven, te mando el pasaje!!! Quién sabe si llegue. Muchas veces los teléfonos sólo suenan para las malas noticias.

No ha salido muy caro el viajar en taxi. Como decía, el cambio me conviene. Para variar subiré a una “custer” que pase algo vacía. ¡Colmena, Tacna, Alcazar! Grita el cobrador del vehículo. Da dos golpes en la puerta y le indica al chofer que voy a subir. Pongo el pie en la escalera y arranca. Subo corriendo. Me siento y sigo riendo por los cuatro taxistas y río cada vez más fuerte. Sólo me callo porque el cobrador me mira mal, está siguiendo con su voz una canción mal sintonizada en una radio y piensa que me burlo de él. Mejor miro por la ventana a todos esos autos amarillos que pasan a mi lado y tienen mil historias aferradas al volante. Mientras, muy en el fondo deseo que Perú si clasifique al mundial y que esta noche suene el teléfono con la buena noticia desde España.