La Región de Atacama en los últimos años ha sido reconocida por tener las mejores playas de Chile, según las revistas especializadas. Pero ¿Qué sucede los nueve meses no estivales? ¿Qué hacer en esta parte del norte cuando no hay sol? Aquí algunos datos para conocer Atacama.
Hace ya algunos años vivo en la región que durante el último tiempo ha sido conocida y reconocida por la dureza de sus dunas para los competidores del Rally Dakar. Esto el último tiempo. Anterior a eso la Región de Atacama sólo pasaba de boca en boca de los veraneantes quienes se recomendaban las playas para las siguientes vacaciones. Enero y Febrero, Caldera, Bahía Inglesa y últimamente Playa La Virgen, son los puntos neurálgicos del turismo nacional que busca sol y playas para vacacionar junto a la familia y los amigos. La última semana del mes más corto del año se despide a los vacacionistas, de los más de 50 mil que visitan la zona en esta época, los rezagados que aún rondan por la plaza de la ciudad puerto, con las caras rojas y arena en los pies. Tal vez esa imagen seguiría siendo la típica vista si no hubiera conocido un poco más de esta costa que no deja de sorprender. Más sorprendido aún, cuando lo que estoy conociendo es de la mano de María Angélica y María del Pilar de la pequeña y nueva empresa de turismo Changuitas.com. Lo sorprendente es que la primera de ellas es del sur de Chile y la segunda originaria de Colombia.
Hace 1 millón de años la playa estaba incluso donde ahora está el aeropuerto Desierto de Atacama y el agua que cubría este amplio sector se evaporó y cayó como lluvia y nieve en los polos y los glaciales, convirtiéndose en la reserva de agua dulce para la humanidad y los que se han tomado un whisky con hielo milenario en los ventisqueros del sur de Chile han visto de cerca el agua que quizás se fue alguna vez desde aquí.
En esta zona también está el yacimiento paleontológico mas rico en fósiles de vertebrados e invertebrados marinos de Sudamérica. En el Parque Paleontológico se puede ver los fósiles tal como se han depositado entre las capas de sedimento a través de los siglos. El área que contiene los fósiles se llama Formación Bahía Inglesa y tiene yacimientos distribuidos a lo largo de 100 Km. de costa en la comuna de Caldera. Su estudio puede entregar mucha información de la vida pasada dentro del mar y se puede deducir cómo era afuera ya que ambos aspectos están muy ligados.
Vamos en jeep, con dirección sur, atravesando “badenes” (son puentes al revés cuyo objetivo es dejar pasar por encima el agua de las lluvias). Aunque en el desierto la lluvia es poca puede causar grandes daños, porque al bajar por las quebradas arrastra mucho sedimento y alcanza gran velocidad. A este suelo, a pesar de ser de arena, le cuesta absorber el agua por la gran cantidad de sales que endurecen la superficie. A la derecha, está El Cerro Ballena o simplemente El Morro. En la parte superior de El Morro hay dos playas fosilizadas que dan fe de los cambios producto de la actividad de la tierra. En su falda, vestigios de los Changos, casas, pinturas, cerámicas, nos acompañan mientras hacemos un pequeño recorrido a pie. Con una sonrisa me dicen que ese es otro circuito, que debemos dedicarle otro medio día o un día completo sólo para caminar El Morro y conocer los vestigios changos. El manejo en la información de la zona por parte de las guías me hace suponer por qué la elección del nombre de su pequeña empresa.
Desde el Morro hasta la ribera sur del río Copiapó se extiende el área marina y costera protegida “Isla Grande de Atacama”. El límite oeste es ½ milla marina (mas o menos 1 Km.) y por el este el límite llega hasta la nueva ruta costera (que va desde Caldera hasta Huasco). El Área Marina Costera y Protegida tiene una superficie de más de 4000 hectáreas y es la única de zonas áridas del país ya que las otras áreas en la misma condición están en la Región de Los Lagos y la Región de Magallanes). El núcleo del área es la Isla Grande de Atacama y se protege especialmente al pingüino de Humboldt y al yunco, un petrel zambullidor pariente de las golondrinas de mar. Esta ave cava en el guano de otras aves para hacer su refugio y por la extracción del guano (fertilizante) su hábitat está amenazado. Para observar la Isla Grande tendremos que hacer un alto en Bahía Cisne.
Seguimos camino, atravesando el cruce de la Aguada Chorrillos. Todo este sector está atravesado por una quebradura en las capas de la tierra, lo que se denomina una Falla Geológica. Esta quebradura hace posible que en el sector de la Aguada de Chorrillos brote agua, pero no se sabe si es un río subterráneo o un lago antiguo.
Las guías me cuentan, a modo de anécdota, algo que no tiene que ver con fallas ni temblores que ocasionaron este paisaje. Me indican que a la derecha del camino hay una “animita” puesta ahí porque en un accidente murió una persona calderina, a quien le decían “Pata de Lija”. Este hombre inspiró al dibujante Pepo para un personaje del famoso Condorito, ya que Pepo acostumbraba pasar largas temporadas en el puerto de Caldera y aquí la costumbre popular de esos tiempos era poner sobrenombres a la gente. Me cuentan que según el mito urbano Yayita también era una niña de la zona y Pepo estaba interesado en ella. Pero ella prefirió a un suboficial de Copiapó causando la eterna venganza que se expresaba en los muros de la tira cómica: “muera el roto Quezada”.
En este lugar se puede ver como se depositaron los sedimentos (cerros molidos y arrastrados hasta el fondo del mar) ordenados como las capas de una torta de mil hojas.
La quebrada que se observa ya existía debajo del agua y en el fondo se pueden ver rocas tipo granito que están ahí y en todas partes debajo de la comuna de Caldera. Esa gran roca es la que protege de los efectos de los terremotos porque la onda sísmica pierde fuerza al atravesarla. En Caldera con los temblores se siente el ruido pero el suelo se mueve poco. Si continuamos mirando el lado norte de la quebrada, es posible ver una quebradura en que las capas están desplazadas. Esto es parte de una falla geológica muy grande y se puede ver porque existe la quebrada. La quebradura y pliegues que se distinguen nos muestran la magnitud de las fuerzas de la naturaleza, capaces de mover tierra y rocas. Estos movimientos son muy lentos pero siguen sucediendo.
Desde la falla, y sorteando algunos caminos no bien demarcados, iniciamos la caminata, botella de agua en mano, para volver por los acantilados y la orilla del mar hasta el sector de la Aguada de Chorrillos, donde como por arte de magia nos esperará nuevamente el jeep de Changuitas.com.
Los senderos que generalmente son caminos usados por las personas que trabajan con algas nos sirven en este circuito. En el camino, las guías me cuentan que en algunas ocasiones los “algueros” traen sus cosas para acampar pero muchas de estas veces no las retiran cuando abandonan el lugar. Nos sorprende y se vuelve una imagen algo surreal una silla que quien sabe cuanto tiempo lleve en el lugar pero que está al pie del acantilado. Tal vez un alguero, en su tiempo de descanso, supo apreciar lo que veía.
También hay senderos que forman parte de la que en algún momento fue una ruta patrimonial. Se hace increíble estar caminando por lo que alguna vez fue suelo submarino, senderos que están entre imponentes muros y paleoacantilados que registran los depósitos de los últimos 20 millones de años. En los paleoacantilados el viento ha ido erosionado las capas y como algunas son mas duras se gastan distintamente, generando las formas que vemos ahora. Justo bajo una de estos, María Angélica y María del Pilar, las Changuitas, como les digo, me invitan a ser parte de un pequeño ejercicio, cerrar los ojos, permanecer en silencio y tratar de escuchar lo que me rodea.
Después de esto la caminata sigue su curso. Por donde alguna vez hubo agua ahora sólo hay arena, polvo que va depositándose en la superficie que bajo los pies se siente muy blanda, para lo cual me explican es por la continua acumulación de material debido a la erosión. Es una sensación extraña. Yardanes o especies de pirámides formadas por el agua que circuló en otros tiempos son como centinelas que vigilan el primer mirador, el Mirador de los Cormoranes. El sector de los acantilados que está cerca de este punto se llama Salto del Gato, porque dicen que los pescadores, al mirar desde el mar, se imaginaban que las capas que se ven como rayas las habría hecho un gato gigante al tratar de sujetarse en sus saltos.
Bordeando acantilados seguimos mientras admiramos el mar, en todo su esplendor. Son varios kilómetros hasta llegar al punto donde por un momento me pregunto qué cosa buena he hecho para merecer aquel paisaje. La parte superior del camino desde donde junto al mar puedo observar completamente la Aguada de Chorrillos. Es aquí donde entre tanta aridez podemos ver el verde que crece gracias a las pequeñas dosificaciones de agua que brotan de la tierra, entre las fallas y quiebres. Esta aguada es un lugar muy llamativo en el desierto costero porque salen pequeños chorros de agua entre las capas del acantilado generando un parche de vegetación poco habitual en la zona. Crecen plantas del desierto y otras introducidas como menta y llantén.
Durante todo el camino éramos sólo nosotros quienes recorrían el sendero. Aquí en la Aguada, aficionados a la pesca me cuentan que comúnmente recorren este sector para relajarse en el silencio y perderse en el único ruido que se percibe, el de las olas. Me cuentan que ese día no han pescado nada pero que se han divertido y relajado como nunca.
La parte final es de un kilómetro más para llegar a donde el jeep nos espera. Finalizando el recorrido me preguntan mis guías si me ha gustado la caminata. Deben repetirme la pregunta para que recién las escuche. Les pido disculpas y les explico que recién ahí, en el instante en que me insisten con su interrogante, he podido sacarme de los oídos y la mente todo el silencio que me invadió cuando hicimos el ejercicio bajo el paleoacantilado. Era un silencio tan fuerte, tan grande y tan necesario que por momentos creo que hasta dolía.
Hace 1 millón de años la playa estaba incluso donde ahora está el aeropuerto Desierto de Atacama y el agua que cubría este amplio sector se evaporó y cayó como lluvia y nieve en los polos y los glaciales, convirtiéndose en la reserva de agua dulce para la humanidad y los que se han tomado un whisky con hielo milenario en los ventisqueros del sur de Chile han visto de cerca el agua que quizás se fue alguna vez desde aquí.
En esta zona también está el yacimiento paleontológico mas rico en fósiles de vertebrados e invertebrados marinos de Sudamérica. En el Parque Paleontológico se puede ver los fósiles tal como se han depositado entre las capas de sedimento a través de los siglos. El área que contiene los fósiles se llama Formación Bahía Inglesa y tiene yacimientos distribuidos a lo largo de 100 Km. de costa en la comuna de Caldera. Su estudio puede entregar mucha información de la vida pasada dentro del mar y se puede deducir cómo era afuera ya que ambos aspectos están muy ligados.
Vamos en jeep, con dirección sur, atravesando “badenes” (son puentes al revés cuyo objetivo es dejar pasar por encima el agua de las lluvias). Aunque en el desierto la lluvia es poca puede causar grandes daños, porque al bajar por las quebradas arrastra mucho sedimento y alcanza gran velocidad. A este suelo, a pesar de ser de arena, le cuesta absorber el agua por la gran cantidad de sales que endurecen la superficie. A la derecha, está El Cerro Ballena o simplemente El Morro. En la parte superior de El Morro hay dos playas fosilizadas que dan fe de los cambios producto de la actividad de la tierra. En su falda, vestigios de los Changos, casas, pinturas, cerámicas, nos acompañan mientras hacemos un pequeño recorrido a pie. Con una sonrisa me dicen que ese es otro circuito, que debemos dedicarle otro medio día o un día completo sólo para caminar El Morro y conocer los vestigios changos. El manejo en la información de la zona por parte de las guías me hace suponer por qué la elección del nombre de su pequeña empresa.
Desde el Morro hasta la ribera sur del río Copiapó se extiende el área marina y costera protegida “Isla Grande de Atacama”. El límite oeste es ½ milla marina (mas o menos 1 Km.) y por el este el límite llega hasta la nueva ruta costera (que va desde Caldera hasta Huasco). El Área Marina Costera y Protegida tiene una superficie de más de 4000 hectáreas y es la única de zonas áridas del país ya que las otras áreas en la misma condición están en la Región de Los Lagos y la Región de Magallanes). El núcleo del área es la Isla Grande de Atacama y se protege especialmente al pingüino de Humboldt y al yunco, un petrel zambullidor pariente de las golondrinas de mar. Esta ave cava en el guano de otras aves para hacer su refugio y por la extracción del guano (fertilizante) su hábitat está amenazado. Para observar la Isla Grande tendremos que hacer un alto en Bahía Cisne.
Las guías me cuentan, a modo de anécdota, algo que no tiene que ver con fallas ni temblores que ocasionaron este paisaje. Me indican que a la derecha del camino hay una “animita” puesta ahí porque en un accidente murió una persona calderina, a quien le decían “Pata de Lija”. Este hombre inspiró al dibujante Pepo para un personaje del famoso Condorito, ya que Pepo acostumbraba pasar largas temporadas en el puerto de Caldera y aquí la costumbre popular de esos tiempos era poner sobrenombres a la gente. Me cuentan que según el mito urbano Yayita también era una niña de la zona y Pepo estaba interesado en ella. Pero ella prefirió a un suboficial de Copiapó causando la eterna venganza que se expresaba en los muros de la tira cómica: “muera el roto Quezada”.
En este lugar se puede ver como se depositaron los sedimentos (cerros molidos y arrastrados hasta el fondo del mar) ordenados como las capas de una torta de mil hojas.
La quebrada que se observa ya existía debajo del agua y en el fondo se pueden ver rocas tipo granito que están ahí y en todas partes debajo de la comuna de Caldera. Esa gran roca es la que protege de los efectos de los terremotos porque la onda sísmica pierde fuerza al atravesarla. En Caldera con los temblores se siente el ruido pero el suelo se mueve poco. Si continuamos mirando el lado norte de la quebrada, es posible ver una quebradura en que las capas están desplazadas. Esto es parte de una falla geológica muy grande y se puede ver porque existe la quebrada. La quebradura y pliegues que se distinguen nos muestran la magnitud de las fuerzas de la naturaleza, capaces de mover tierra y rocas. Estos movimientos son muy lentos pero siguen sucediendo.
Desde la falla, y sorteando algunos caminos no bien demarcados, iniciamos la caminata, botella de agua en mano, para volver por los acantilados y la orilla del mar hasta el sector de la Aguada de Chorrillos, donde como por arte de magia nos esperará nuevamente el jeep de Changuitas.com.
Los senderos que generalmente son caminos usados por las personas que trabajan con algas nos sirven en este circuito. En el camino, las guías me cuentan que en algunas ocasiones los “algueros” traen sus cosas para acampar pero muchas de estas veces no las retiran cuando abandonan el lugar. Nos sorprende y se vuelve una imagen algo surreal una silla que quien sabe cuanto tiempo lleve en el lugar pero que está al pie del acantilado. Tal vez un alguero, en su tiempo de descanso, supo apreciar lo que veía.
También hay senderos que forman parte de la que en algún momento fue una ruta patrimonial. Se hace increíble estar caminando por lo que alguna vez fue suelo submarino, senderos que están entre imponentes muros y paleoacantilados que registran los depósitos de los últimos 20 millones de años. En los paleoacantilados el viento ha ido erosionado las capas y como algunas son mas duras se gastan distintamente, generando las formas que vemos ahora. Justo bajo una de estos, María Angélica y María del Pilar, las Changuitas, como les digo, me invitan a ser parte de un pequeño ejercicio, cerrar los ojos, permanecer en silencio y tratar de escuchar lo que me rodea.
Después de esto la caminata sigue su curso. Por donde alguna vez hubo agua ahora sólo hay arena, polvo que va depositándose en la superficie que bajo los pies se siente muy blanda, para lo cual me explican es por la continua acumulación de material debido a la erosión. Es una sensación extraña. Yardanes o especies de pirámides formadas por el agua que circuló en otros tiempos son como centinelas que vigilan el primer mirador, el Mirador de los Cormoranes. El sector de los acantilados que está cerca de este punto se llama Salto del Gato, porque dicen que los pescadores, al mirar desde el mar, se imaginaban que las capas que se ven como rayas las habría hecho un gato gigante al tratar de sujetarse en sus saltos.
Durante todo el camino éramos sólo nosotros quienes recorrían el sendero. Aquí en la Aguada, aficionados a la pesca me cuentan que comúnmente recorren este sector para relajarse en el silencio y perderse en el único ruido que se percibe, el de las olas. Me cuentan que ese día no han pescado nada pero que se han divertido y relajado como nunca.
La parte final es de un kilómetro más para llegar a donde el jeep nos espera. Finalizando el recorrido me preguntan mis guías si me ha gustado la caminata. Deben repetirme la pregunta para que recién las escuche. Les pido disculpas y les explico que recién ahí, en el instante en que me insisten con su interrogante, he podido sacarme de los oídos y la mente todo el silencio que me invadió cuando hicimos el ejercicio bajo el paleoacantilado. Era un silencio tan fuerte, tan grande y tan necesario que por momentos creo que hasta dolía.
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