jueves, 22 de julio de 2010

Run Eduardo, run...

Un saco de dormir, algo de comida y una mochila repleta de ilusiones. Este es el equipaje de mano, el único que Eduardo Fernández, un periodista, deportista y viajero de Coria del Río - España, lleva mientras espera recorrer a pie 250 kilómetros del Desierto de Atacama.


Quién no recuerda a Forrest Gump, barbudo, corriendo por todo Estados Unidos después de que Jenny, la eterna novia, lo deja una vez más solo, con unas zapatillas Nike rojas que fueron su regalo de cumpleaños, sentado frente a la puerta de su casa. Tal vez no es la escena más simbólica de la película, pero hasta hoy no había conocido personalmente a alguien que corra sólo por correr.

Eduardo Fernández-Agüera es español. Es español y es periodista. Es español y periodista y también deportista. Es de una ciudad llamada Coria del Río y tiene un proyecto que está en la mitad de su desarrollo. El proyecto al que denomina 3D+A Challenge consiste en recorrer a pie 250 kms. del desierto del Sahara, Atacama, Gobi y la Antártida. El primer reto ya fue superado hace unos meses, el segundo lo acaba de cumplir.

Es viernes, un día antes de iniciar la travesía por el desierto más árido del mundo. Ha llegado hasta la oficina de la Dirección Regional de Turismo de Copiapó para la conferencia de prensa que está concertada para que responda a la pregunta que todos los periodistas citados le harán: ¿Por qué corres?



El Inicio

La energía vital que le caracteriza empezó a manifestarse en él a muy temprana edad. Recuerda que, siendo todavía un niño, pensaba que viviría para siempre. Es ingenuo, sí, pero era una sensación fascinante que le marcó y con los años fue derivando en ganas irrefrenables de hacer cosas. Le gustaba perderse con su primo Tato y jugar a hacer aventuras; cuando tuvo más edad comenzó a practicar deporte: skateboard, taekwondo, bicicleta.

Con el tiempo conoció nuevos horizontes geográficos; navegaban en su cabeza miles de preguntas sobre otras personas en otros lugares del planeta y emprendió entonces la más formidable de las experiencias: la aventura del saber. A partir de aquí Eduardo ya no sólo quería vivir, sino también conocer. Por eso cuando descubrió el maravilloso mundo de los viajes pensó que había encontrado su lugar, su camino; viajando podría conocer, aprender y vivirlo todo en primera persona. Alguien dijo que hay dos tipos de personas, las que leen las experiencias de los demás y las que viven las suyas propias.

Su pasión por el deporte lo llevó a ser piloto de motociclismo en el Campeonato de España de Velocidad, en la categoría de 125 c.c. Gran Premio y trabajó como técnico mecánico en el Campeonato del Mundo de Velocidad, integrado en el Team Hernández Licor 43. En 1995 fue seleccionado para las pruebas nacionales del Camel Trophy Mundo Maya 95. En 1996 fue finalista en Aventura Old Spice, en Busca de la Ciudad Perdida (Colombia). Posteriormente viajó por África y América y vivió en EEUU e Italia, donde estudió Periodismo.

Ya licenciado en periodismo en el 2001 decidió crear una empresa de comunicación a la que llamó “Un Solo Mundo”, dedicada al diseño gráfico, web y publicidad. Después de cerca de cuatro años los problemas económicos llevan a Eduardo a cerrar su negocio. “Cuando la cerré comencé a publicar reportajes de viajes en revistas especializadas como Viajes National Geographic, GEO, Autopista.es, Runner´s World, la revista de correr más leída del mundo, Solo Auto 4x4 y Vivir en el Campo. “Ahora compagino el diseño de páginas web y la publicidad con el periodismo de viajes. Siempre he practicado deporte, desde pequeño. Hace cuatro años decidí que había llegado la hora de probarme en circunstancias extremas. Y comencé a realizar travesías de este tipo”, comenta.

Hace un par de años, siendo ya periodista free lance, Eduardo Fernández-Agüera, Edu para los amigos, decide participar en tres de las competencias deportivo aventureras más duras que existen a nivel mundial. A esta aventura la llamo Proyecto SYR, derivado de las siglas de Sahara, Yukón y Reunión. Una prueba maratónica en lugares que pasan por lo tórrido, lo gélido y lo húmedo. Tras todo esto aparece el proyecto 3D+A Challenge, que lo tiene recorriendo los desiertos más imponentes del planeta, en el marco del cual ya visitó el Sahara y es el que nos convoca ahora.


Cada día, una aventura

Este año, el contacto logrado con el Servicio Nacional de Turismo de Atacama durante la FITUR, en Madrid, creó la instancia para que la Dirección Regional de este servicio acuerde el apoyo logístico que se le iba a entregar a Eduardo. Es así como se pretendió mostrar a través de la ruta, la sorprendente variedad paisajística que la región ofrece, sin salir del marco del desierto. Todo estaba hablado pero hacía falta ponerlo a prueba. Este es el relato de los días de su recorrido por el desierto más árido del globo.

Día1
Eduardo comienza el recorrido con un traslado en vehículo desde Copiapó a la costa de Atacama, en un tramo que va desde Puerto Viejo a Caldera, recorriendo caletas, humedales, como en la desembocadura del río Copiapó, paleoacantilados testigos del inicio de su hazaña, playas desiertas y salinas naturales, finalizando su tramo en las faldas de El Morro, en una ruta de aproximadamente 35 Km., asistido por Gino Bianchi (el corredor del Team Dakar Atacama), pasando esa noche en la localidad de Bahía Inglesa. Hemos quedado para cenar en casa. Él cuenta su primer día de recorrido mientras compartimos una copa de vino, sólo una, porque no podemos olvidar que al día siguiente tendrá un nuevo reto.

Día 2
Nuevamente un traslado o enlace inicia el nuevo día, esta vez hacia el Parque Nacional Pan de Azúcar. Allí los reciben los guardaparques de CONAF, quienes amablemente apoyaron a Eduardo en su desafío. La de hoy es una ruta dentro del parque, desde el mirador Las Lomitas hasta la caleta. Eduardo descendía progresivamente por quebradas, entre paredes de tierra y piedra hasta dar a uno de los valles transversales que cruza la zona: Aguas Chicas, donde, según la historia, el pirata inglés Francis Drake consiguió, con el permiso de los Changos (comunidad indígena), agua de un pozo para reponer los depósitos de su barco, fondeado en la cercana isla de Pan de Azúcar.

Un nuevo tramo de 35 Km., que tal vez para él tenía más importancia escénica que competitiva ya que le parecía hasta el momento la imagen más excitante del contraste atacameño, pero quienes conocen y han sufrido esta parte del Desierto de Atacama saben que en cualquier momento te deja ver su cara más dura.

Día 3
Oscar y Carlos de Atacama EcoDesierto Tour Operador son el apoyo que Eduardo necesitó para los nuevos días de recorrido. Junto a Eduardo se despiden de la costa de Atacama para llevarlo al punto de inicio de la tercera etapa. El enlace los interna en el desierto, es un tramo de 70 Km. aproximadamente desde la línea costera. La prueba del día es de 40 Km., donde recorrió desde la Quebrada de la Pinturas, primitiva residencia de culturas prehispánicas, hasta el sector de El Medanoso, la duna más alta de Chile con 1640 msnm, si, la misma que ha hecho sufrir durante los dos últimos años a los competidores más expertos del Rally Dakar.

A partir de este momento, Eduardo sólo tuvo por delante arena, piedra, viento, calor y una constante ascensión que le llevó desde los 370 msnm de esta tercera jornada a los 3700 de la sexta. Durante esta tercera etapa, Eduardo pasó por la mina Galleguillos, una de las innumerables diseminadas por este desierto rico en minerales. Junto a la explotación industrial del asentamiento existe otra completamente rudimentaria, donde el minero se introduce a través de una sucesión de pozas por donde baja con ayuda de escaleras de cuerda y palo. Algunos mineros incluso permanecen en el lugar meses seguidos. “Como en cada etapa -contaba Eduardo- el objetivo era partir de un punto de inicio y llegar al final completamente solo con la única ayuda de un mapa, brújula y un GPS, donde el equipo técnico había grabado previamente las coordenadas de inicio, final y puntos intermedios”.

El Medanoso sería el punto de pernoctación, en un campamento alumbrado por la luna que coronó esa noche y que con su resplandor hacía más imponente al médano.

Día 4
La etapa 4 comienza desde el costado norte de El Medanoso, a través del Qhapaq Ñan o Camino del Inca, recorriendo caminos mineros hasta la localidad de Inca de Oro. Es en esta etapa donde el desierto más árido del mundo le exige a Eduardo una cuota extra de esfuerzo a su desgastado organismo, que luego de casi 50 Km., logra completar satisfactoriamente, con algún brote de ampollas en los pies, y tiene tiempo incluso para conocer algo de la historia y costumbres de la localidad minera. Esto gracias a la cordial atención de la delegación municipal de Diego de Almagro quienes le permitieron alojar en una oficina.

“Interminables extensiones ascendentes y pedregosas dejaron mis pies maltrechos hasta el punto de que tardé dos horas y media en recorrer los once últimos kilómetros, antes de llegar a Inca de Oro”, cuenta Eduardo emocionado pero cansado, mientras prepara ahora, ya en mi casa, un gazpacho para refrescar, típico de su país. Esta localidad. Inca de Oro, que tuvo su apogeo gracias a la fiebre del oro desatada a finales del siglo XIX e inicios del XX, le hizo recordar Dawson City, escenario de la misma fiebre, de Klondike, en el territorio de Yukón en Canadá.

Día 5
Con las energías recargadas se da inicio a la penúltima jornada, 45 Km. desde la Quebrada de Paipote que incluían un traslado por antiguos caminos mineros, fértiles aguadas en medio del desierto más árido, ruinas de pueblos mineros y faenas de minería semi industrial, hasta llegar al sector conocido como La Puerta, sobre los 1700 msnm. Eduardo marchaba a paso ligero (quería conservar fuerzas para el último día), algunos aldeanos cuidaban el ganado, otros buscaban leña. A su paso Eduardo veía cabañas, la mayoría de ellas deshabitadas en ese momento.

Nueve horas después de salir de la zona conocida como La Puerta, el periodista, deportista y viajero, llegaba a Las Juntas. En este lugar viven parte del año (mientras las temperaturas se lo permiten) Fernando y Humberto, dos pastores que cuidan ovejas y cabras, con cuya leche preparan quesos que después venden. Haciendo gala de una generosidad ejemplar, los pastores, que permanecen meses en la montaña con lo mínimo, atendieron a Eduardo, que llegó agotado y con mucho frío.

Así transcurrieron 45 Km. a través de un camino donde la geomorfología de los cerros, sus colores y la vegetación que surge gracias a la pequeña cuota de agua, le dieron el marco perfecto de contraste y acompañaron a Eduardo en su travesía hacia la Cordillera en los Andes Atacameños.

Mucho de este desafío tiene que ver con la gente que hace de estos lugares, a los que Eduardo o cualquier mortal pueden considerar hostiles, su lugar de residencia. Por lo mismo el siempre explica que más que una prueba física es una prueba emocional, psicológica, que enriquece su mundo, tan cercano y a la vez tan lejano, con las personas y costumbres y miradas que quizás no volverá a ver pero que lo acompañarán por el resto de su vida.

Más tarde Gino Bianchi llega otra vez a su encuentro para lo que sería la próxima y última etapa.

Día 6
Este día fue la etapa final y más exigente para Eduardo, 35 km desde el refugio de la Laguna Santa Rosa, en el Parque Nacional Nevado Tres Cruces, a donde llegaron en un enlace hecho en vehículo 4x4. La idea era correr hasta alcanzar el salar más austral del mundo y atravesarlo por la mejor zona, teniendo como fondo y mudo compañero al nevado que da nombre a este parque nacional que año a año recibe turistas de larga distancia ávidos de experiencias. Flamencos y guanacos parecían emular al hombre que tenían corriendo por los suelos que gran parte del año sólo recorren ellos.

En un principio la superficie crujiente no presentaba problemas, pero poco después los bordes de los cráteres que se formaban obligaban a Eduardo a ir continuamente dando saltos. Pero lo peor llegó después, cuando tal vez el suelo atacameño quería manifestar a Eduardo que le debía tener respeto, la superficie se iba degenerando progresivamente hasta el punto de estar formada por piedras de sal afiladas como agujas que se clavaban en la planta de las zapatillas. En estos momentos, la idea de Eduardo se centraba en no parar, disminuir la marcha si era necesario pero no parar, ha dejado por semanas a su familia, se ha preparado cada día previo a su llegada a Chile y tenía en la espalda la esperanza de todos quienes confiaban en su logro. Y así, con constancia y la idea fija de aguantar y llegar al final, Eduardo alcanzó la otra punta del salar en cinco horas y media, siguiendo una ruta que sorteaban las zonas de agua.

Toda su fe y disciplina le permitieron cumplir satisfactoriamente su cometido y lograr 240 Km. en completa soledad desde los 0 a los 3.200 msnm por el Desierto de Atacama, teniendo así el 50% del proyecto cerrado. Ahora, estamos en casa haciendo un “cocimiento” y brindando, no sólo porque Eduardo triunfó sino también porque muy en el fondo todos quienes estuvimos cerca de él en estos días sabemos, que si bien fue él quien corría por la arena de Atacama, el desierto más árido del mundo es el que le ha dejado huellas que nunca borrará de su vida. Aunque nadie al final, ni periodistas ni amigos, tuvimos la necesidad de preguntar por qué corría.

Costa de Atacama: El Paisaje Sumergido

La Región de Atacama en los últimos años ha sido reconocida por tener las mejores playas de Chile, según las revistas especializadas. Pero ¿Qué sucede los nueve meses no estivales? ¿Qué hacer en esta parte del norte cuando no hay sol? Aquí algunos datos para conocer Atacama.

Hace ya algunos años vivo en la región que durante el último tiempo ha sido conocida y reconocida por la dureza de sus dunas para los competidores del Rally Dakar. Esto el último tiempo. Anterior a eso la Región de Atacama sólo pasaba de boca en boca de los veraneantes quienes se recomendaban las playas para las siguientes vacaciones. Enero y Febrero, Caldera, Bahía Inglesa y últimamente Playa La Virgen, son los puntos neurálgicos del turismo nacional que busca sol y playas para vacacionar junto a la familia y los amigos. La última semana del mes más corto del año se despide a los vacacionistas, de los más de 50 mil que visitan la zona en esta época, los rezagados que aún rondan por la plaza de la ciudad puerto, con las caras rojas y arena en los pies. Tal vez esa imagen seguiría siendo la típica vista si no hubiera conocido un poco más de esta costa que no deja de sorprender. Más sorprendido aún, cuando lo que estoy conociendo es de la mano de María Angélica y María del Pilar de la pequeña y nueva empresa de turismo Changuitas.com. Lo sorprendente es que la primera de ellas es del sur de Chile y la segunda originaria de Colombia.

Hace 1 millón de años la playa estaba incluso donde ahora está el aeropuerto Desierto de Atacama y el agua que cubría este amplio sector se evaporó y cayó como lluvia y nieve en los polos y los glaciales, convirtiéndose en la reserva de agua dulce para la humanidad y los que se han tomado un whisky con hielo milenario en los ventisqueros del sur de Chile han visto de cerca el agua que quizás se fue alguna vez desde aquí.
En esta zona también está el yacimiento paleontológico mas rico en fósiles de vertebrados e invertebrados marinos de Sudamérica. En el Parque Paleontológico se puede ver los fósiles tal como se han depositado entre las capas de sedimento a través de los siglos. El área que contiene los fósiles se llama Formación Bahía Inglesa y tiene yacimientos distribuidos a lo largo de 100 Km. de costa en la comuna de Caldera. Su estudio puede entregar mucha información de la vida pasada dentro del mar y se puede deducir cómo era afuera ya que ambos aspectos están muy ligados.

Vamos en jeep, con dirección sur, atravesando “badenes” (son puentes al revés cuyo objetivo es dejar pasar por encima el agua de las lluvias). Aunque en el desierto la lluvia es poca puede causar grandes daños, porque al bajar por las quebradas arrastra mucho sedimento y alcanza gran velocidad. A este suelo, a pesar de ser de arena, le cuesta absorber el agua por la gran cantidad de sales que endurecen la superficie. A la derecha, está El Cerro Ballena o simplemente El Morro. En la parte superior de El Morro hay dos playas fosilizadas que dan fe de los cambios producto de la actividad de la tierra. En su falda, vestigios de los Changos, casas, pinturas, cerámicas, nos acompañan mientras hacemos un pequeño recorrido a pie. Con una sonrisa me dicen que ese es otro circuito, que debemos dedicarle otro medio día o un día completo sólo para caminar El Morro y conocer los vestigios changos. El manejo en la información de la zona por parte de las guías me hace suponer por qué la elección del nombre de su pequeña empresa.
Desde el Morro hasta la ribera sur del río Copiapó se extiende el área marina y costera protegida “Isla Grande de Atacama”. El límite oeste es ½ milla marina (mas o menos 1 Km.) y por el este el límite llega hasta la nueva ruta costera (que va desde Caldera hasta Huasco). El Área Marina Costera y Protegida tiene una superficie de más de 4000 hectáreas y es la única de zonas áridas del país ya que las otras áreas en la misma condición están en la Región de Los Lagos y la Región de Magallanes). El núcleo del área es la Isla Grande de Atacama y se protege especialmente al pingüino de Humboldt y al yunco, un petrel zambullidor pariente de las golondrinas de mar. Esta ave cava en el guano de otras aves para hacer su refugio y por la extracción del guano (fertilizante) su hábitat está amenazado. Para observar la Isla Grande tendremos que hacer un alto en Bahía Cisne.
Seguimos camino, atravesando el cruce de la Aguada Chorrillos. Todo este sector está atravesado por una quebradura en las capas de la tierra, lo que se denomina una Falla Geológica. Esta quebradura hace posible que en el sector de la Aguada de Chorrillos brote agua, pero no se sabe si es un río subterráneo o un lago antiguo.
Las guías me cuentan, a modo de anécdota, algo que no tiene que ver con fallas ni temblores que ocasionaron este paisaje. Me indican que a la derecha del camino hay una “animita” puesta ahí porque en un accidente murió una persona calderina, a quien le decían “Pata de Lija”. Este hombre inspiró al dibujante Pepo para un personaje del famoso Condorito, ya que Pepo acostumbraba pasar largas temporadas en el puerto de Caldera y aquí la costumbre popular de esos tiempos era poner sobrenombres a la gente. Me cuentan que según el mito urbano Yayita también era una niña de la zona y Pepo estaba interesado en ella. Pero ella prefirió a un suboficial de Copiapó causando la eterna venganza que se expresaba en los muros de la tira cómica: “muera el roto Quezada”.

En este lugar se puede ver como se depositaron los sedimentos (cerros molidos y arrastrados hasta el fondo del mar) ordenados como las capas de una torta de mil hojas.
La quebrada que se observa ya existía debajo del agua y en el fondo se pueden ver rocas tipo granito que están ahí y en todas partes debajo de la comuna de Caldera. Esa gran roca es la que protege de los efectos de los terremotos porque la onda sísmica pierde fuerza al atravesarla. En Caldera con los temblores se siente el ruido pero el suelo se mueve poco. Si continuamos mirando el lado norte de la quebrada, es posible ver una quebradura en que las capas están desplazadas. Esto es parte de una falla geológica muy grande y se puede ver porque existe la quebrada. La quebradura y pliegues que se distinguen nos muestran la magnitud de las fuerzas de la naturaleza, capaces de mover tierra y rocas. Estos movimientos son muy lentos pero siguen sucediendo.

Desde la falla, y sorteando algunos caminos no bien demarcados, iniciamos la caminata, botella de agua en mano, para volver por los acantilados y la orilla del mar hasta el sector de la Aguada de Chorrillos, donde como por arte de magia nos esperará nuevamente el jeep de Changuitas.com.

Los senderos que generalmente son caminos usados por las personas que trabajan con algas nos sirven en este circuito. En el camino, las guías me cuentan que en algunas ocasiones los “algueros” traen sus cosas para acampar pero muchas de estas veces no las retiran cuando abandonan el lugar. Nos sorprende y se vuelve una imagen algo surreal una silla que quien sabe cuanto tiempo lleve en el lugar pero que está al pie del acantilado. Tal vez un alguero, en su tiempo de descanso, supo apreciar lo que veía.
También hay senderos que forman parte de la que en algún momento fue una ruta patrimonial. Se hace increíble estar caminando por lo que alguna vez fue suelo submarino, senderos que están entre imponentes muros y paleoacantilados que registran los depósitos de los últimos 20 millones de años. En los paleoacantilados el viento ha ido erosionado las capas y como algunas son mas duras se gastan distintamente, generando las formas que vemos ahora. Justo bajo una de estos, María Angélica y María del Pilar, las Changuitas, como les digo, me invitan a ser parte de un pequeño ejercicio, cerrar los ojos, permanecer en silencio y tratar de escuchar lo que me rodea.

Después de esto la caminata sigue su curso. Por donde alguna vez hubo agua ahora sólo hay arena, polvo que va depositándose en la superficie que bajo los pies se siente muy blanda, para lo cual me explican es por la continua acumulación de material debido a la erosión. Es una sensación extraña. Yardanes o especies de pirámides formadas por el agua que circuló en otros tiempos son como centinelas que vigilan el primer mirador, el Mirador de los Cormoranes. El sector de los acantilados que está cerca de este punto se llama Salto del Gato, porque dicen que los pescadores, al mirar desde el mar, se imaginaban que las capas que se ven como rayas las habría hecho un gato gigante al tratar de sujetarse en sus saltos.

Bordeando acantilados seguimos mientras admiramos el mar, en todo su esplendor. Son varios kilómetros hasta llegar al punto donde por un momento me pregunto qué cosa buena he hecho para merecer aquel paisaje. La parte superior del camino desde donde junto al mar puedo observar completamente la Aguada de Chorrillos. Es aquí donde entre tanta aridez podemos ver el verde que crece gracias a las pequeñas dosificaciones de agua que brotan de la tierra, entre las fallas y quiebres. Esta aguada es un lugar muy llamativo en el desierto costero porque salen pequeños chorros de agua entre las capas del acantilado generando un parche de vegetación poco habitual en la zona. Crecen plantas del desierto y otras introducidas como menta y llantén.

Durante todo el camino éramos sólo nosotros quienes recorrían el sendero. Aquí en la Aguada, aficionados a la pesca me cuentan que comúnmente recorren este sector para relajarse en el silencio y perderse en el único ruido que se percibe, el de las olas. Me cuentan que ese día no han pescado nada pero que se han divertido y relajado como nunca.

La parte final es de un kilómetro más para llegar a donde el jeep nos espera. Finalizando el recorrido me preguntan mis guías si me ha gustado la caminata. Deben repetirme la pregunta para que recién las escuche. Les pido disculpas y les explico que recién ahí, en el instante en que me insisten con su interrogante, he podido sacarme de los oídos y la mente todo el silencio que me invadió cuando hicimos el ejercicio bajo el paleoacantilado. Era un silencio tan fuerte, tan grande y tan necesario que por momentos creo que hasta dolía.